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Hace 20 años, Gerard lo había ingresado al mundo de los e-mails cuando las giras terminaban y cada uno estaba en su casa. Para el 2020, ya se había vuelto una costumbre para Iero enviar e-mails todo el día, en especial un mínimo de diez diarios ha Gerard, desde que este murió.
Los e-mails eran el mejor refugio de Frank, así evitaba tener que dar explicaciones detalladas de los constantes ataques que había recibido del señor encapuchado, puesto que sus amigos y algunos no tan amigos que fingían muy bien serlo, morían de ganas por saber hasta el ultimo detalle morboso de lo sucedido, cosa que para la salud mental de Iero solo había sido contado a la policía y no siempre contando el detalle mas sucio, puesto que al recordarlo siempre lo metía en un estado de shock.
Así que Frank decidió alejarse de sus buenos amigos que ahora lo veían como un desparpajo humano y prefería estar encerrado en su casa (cuando no estaba encerrado en un hospital) y enviar e-mails. Escribir hasta que la yema de los dedos se llene de cayos y claro Michael Pedicone los revise, termine con él y quiera matarlo.
Frank miro nuevamente el mensaje con el rostro empapado en lagrimas, pero ya sin llorar. Lo leyó otra vez, una y otra vez, despacito. Sentía que su corazón se salía literalmente de la boca por las fuertes palpitaciones que ejercía. Tenía una mano en el pecho y otra en el I Phone. Gerard le había contestado. Realmente le había contestado.
Para: diablorojo666@skeletoncrew.com
De: partypoison@gmail.com
Asunto: RE: :(
Frank, ¿por que no te escribí a ti? ¿Por que sigo siendo un maldito imbécil? Me merezco todo lo que me esta pasando. Ya no siento las piernas, me duele todo pero sabes que me duele mas? Saber que no volveré a besarte. Lamento el daño que te hice, si pudiera volver el tiempo tu y yo seguiríamos juntos y quizás no estaría encerrado aquí.
Las lágrimas de Frank todavía escocían en los rabillos de los ojos. Cerró los ojos e intentó recordar el correo que Gerard le había enviado a Lindsey. Era tan distinto. En el, Gerard le pedía desesperadamente ayuda, quería salir de ese hueco en el que ese loco lo había metido. El mismo loco que lo estaba volviendo loco a él atacándolo sin piedad, el mismo loco que había desaparecido desde que un fan se suicido en la celda de la comisaria de New Jersey, declarando ser el encapuchado. Pero entonces si Denver era el encapuchado ¿había alguien más? ¿Dónde esta Gerard? ¿Quién lo tiene preso? ¿Por qué ya no pedía ayuda? Frank volvió a leer el correo, necesitaba desmenuzarlo para poder entenderlo, por que de creerlo ya lo hacia. El cree cada palabra que estaba escrita en ese correo, el sabia que Gerard estaba vivo, lo sentía aquí dentro donde todo se junta, en su centro, en lo mas profundo de su ser, sabia que Gerard estaba vivo, que le había escrito ese mensaje, pero ¿Cómo?
Apagó las luces y se metió en la cama. Tenía una felicidad en el pecho junto a un dolor que no lo dejaba sonreír plenamente del todo. Además, le había empezado a doler la cabeza y Pedicone no estaba darle masajes o al menos una aspirina. Pensó en el y sintió lastima. Se había comportado como un cabrón al escribir esas cosas a Gerard, eran ciertas, pero el no lo merecía, aunque claro tampoco tenia por que leerlas, lamentablemente la curiosidad mato al gato, en este caso a Michael Pedicone ¿Realmente se había ido o estaba en otra habitación de la casa? Frank no lo sabia, y en el fondo tampoco le importaba, a veces simplemente Pedicone lo estorbaba. Vivía con él y nunca había aparecido cuando el maldito encapuchado se había metido a la casa para atacarlo, entonces ¿para que demonios lo tenia a su lado? De acuerdo, le hacia compañía, le calentaba los pies, le acariciaba el cabello y hacían regularmente el amor, pero Pedicone no era Gerard y Frank quería a Gerard, como en este momento, en el que solo quería volver a leer el correo que le había enviado, necesitaba entenderlo, sobre todo responderle. Vio la hora del e-mail y su reloj, ¡Demonios! había pasado media hora re leyendo el correo y no lo había respondido. Frank sintió rabia hacia si mismo, quizás Gerard estaba ahí conectado en algún lugar esperando una respuesta y el había estado pensando estupideces. Ahí fue donde abrió su corazón y tecleo.
Para: partypoison@gmail.com
De: diablorojo666@skeletoncrew.com
Asunto: RE: RE: :(
Se me salió el corazón de la boca cuando me llego tu correo, Gerard voy a sacarte de ahí, no digas tonterías tu no te mereces estar donde estas. Si supieras todo lo que me ha hecho ese loco de mierda, casi me mata. ¿Sabes quien es? Por favor dime lo que sepas, te sacare de ahí mi amor, lo hare aunque sea lo ultimo que haga. Te amo, no lo olvides nunca.
Apretó ENVIAR y se quedo mirando el I Phone hasta que la luz del teléfono se oscureció. ¿Seguía conectado? Apretó una tecla para esclarecer la pantalla y volvió a leer el correo de Gerard. Estaba tan concentrado leyendo que no sintió el chirrido de la reja de su casa tronar la pared. Tampoco escuchó como las botas de barro chillaban al caminar por la sala y subir las escaleras hasta llegar a su habitación. Y menos se dio cuenta de que alguien lo observaba desde la puerta con una mueca torcida en los labios que fingía ser una sonrisa. Una sonrisa escalofriante que mostraban unos dientes amarillos con manchas marrones de café, una lengua oscura por el cigarro, unas heridas con pus causadas por un herpes mal curada.
Frank se inundo inexplicablemente de una felicidad completa, sentía a Gerard ahí con él, hasta creía olerlo cerca. Comenzó a cantar en su cama, mientras releía el correo. Cantaba una canción de hace 30 años, una canción que en algún momento le canto a Gerard, una canción que le dedico una noche que se reconciliaron. Gerard, mi Gerard… si tan solo estuvieras aquí…
Te sostengo mientras las ondas de chocan hacia abajo en el Jersey Shore…
No se puede pensar en un momento en que necesitaba más…
Tu piel es tan pálida que refleja el brillo de la luna
Frank cerró los ojos con el celular en el pecho y siguió cantando con el corazón contento, moviendo su cuerpo suavemente sobre las sabanas, sintiendo como si Gerard estuviera ahí, como si pudiera verlo, sentirlo, como si las sabanas fueran el cuerpo de Gerard tocándolo, queriendo poseerlo…
Respiro en el cuello
Hacer nudos con los dedos
Sé que pronto estarás fuera de mi alcance
Un beso con boca cerrada a los ojos abiertos
Un último momento antes del adiós
Al cantar esto último su cuerpo, sintió un airecillo entrar en la habitación, un airecillo con un olor familiar que lo estremeció, creyó sentir a Gerard respirar a su lado, respirar en su cuello. Frank sintió un hormigueo entre las piernas y comenzó a acariciar su miembro sobre su ropa interior, con los ojos cerrados, con Gerard en su mente.
Siguió cantando, hasta que un calor invadió su cuerpo y por supuesto el cuerpo que a su lado veía la escena. Introdujo su mano debajo de su bóxer, masturbándose sin dejar de cantar y gemir en cada estrofa. Frank sentía que iba a llegar al clímax… la canción estaba por terminar, la luz del celular se había apagado hace mucho y no había vuelto a repiquetear ningún nuevo mensaje… pero no le importaba, Gerard estaba vivo y el estaba por tener un orgasmo.
Tu eras tan perfecto, pero no eterno
Estoy casi convencido que no paso nada entre nosotros
Y al decir esto ultimo, se vino.
Mancho su mano, sus sabanas, pero no le importo. ¿Por qué demonios le iba a importar? Permaneció con los ojos cerrados, con una sonrisa en los labios, hasta que sintió una lengua rasposa lamer su sexo. Estaba tan extasiado que pensó que estaba soñando, cuando la lengua continua raspando su miembro pensó que el sueño se había convertido en una pesadilla por el dolor que comenzaba a sentir, cuando abrió los ojos y la lengua siguió raspándolo ahí abajo, supo que su peor pesadilla era real.
Unos ojos verdes brillosos lo miraban en la oscuridad con demencia, odio, lujuria. La lengua oscura del sujeto se empezó a mover fuera del miembro de un asustado Iero y habló.
- Me aseguré que Pedicone no vuelva… ¿puedo continuar?
- Pe…pe… ¡Pero que demonios! ¡tu… tu estas muerto!
Iero retrocedió al respaldar de la cama con el miembro aun erecto y con la sensación de haber sido raspado por una lija. La sombra de un hombre vestido completamente de negro estaba sobre él, intentando desesperadamente volver a introducir el miembro de Iero en su boca. Frank intento zafarse inútilmente, pero el sujeto ya lo tenía contra el respaldar de la cama pegando su cuerpo a este. ¿Pero como demonios puede estar vivo? La respuesta era simple. El encapuchado no era Daniel Denver. Bueno, eso ya lo había sospechado antes, pero tenía una minima esperanza de que sea cierto, de que el maldito había muerto y no volvería nunca más, pero no era así, estaba ahí, frente a él, relamiéndose los labios que a penas podía distinguir por el pasamontañas que llevaba encima.
- ¿mi lengua te pareció muerta? – dijo sonriendo
- ¡Aléjate de mí! ¡Voy a llamar a seguridad! ¡A la policía! – gritó Iero desesperadamente
Acercó su mano al intercomunicador y lo apretó varias veces pero nadie respondía. Los ojos verdes lo seguían en la oscuridad sin moverse, había soltado el cuerpo de Iero y eso fue lo que mas lo atemorizo. En un ataque de desesperación por librarse del encapuchado, Iero se golpeo la pierna con la mesa de noche y cayó de cabeza al piso con la lámpara encima. La prendió y al fin pudo ver lo que antes no había podido aparte del mismo pasamontañas negro y la capucha del mismo color. Vio los ojos verdes del sujeto encapuchado. Unos ojos verdes que el recordaba ver visto antes… ¿Pero donde? La cabeza la iba a explotar y el seguía con el pene erecto.
- Veo que quieres jugar – dijo el sujeto mostrándole los dientes manchados
Iero inútilmente intentó tirarle un puñete al rostro del sujeto encapuchado pero este sujeto su débil brazo apretándolo, mientras lanzó una carcajada y miró el sexo de Frank. Se relamió y sonrió al sentir el cuerpo de Iero temblar.
- ¡No me toques! ¡lárgate de aquí maldito loco!
El sujeto le soltó la mano con una delicadeza que desesperaba y ponía mas nervioso ha Frank, quien aprovecho para agarrar una almohada y apretarla sobre su cuerpo desnudo. El sujeto lo observaba con sus brillosos ojos verdes mientras Iero corría torpemente hacia la puerta de su habitación, donde en el camino se cayó una vez más.
- Vuelve a la cama, será peor si huyes
- ¡lárgate! – grito nuevamente Frank, pero esta vez lo hizo con todas sus fuerzas - ¡lárgate de mi casa! ¡de mi vida! ¡maldito loco de mierda!
- Ya te measte otra vez
Frank no había sentido el líquido caliente que bajaba entre las piernas desnudas hasta que lo vio. Se quedo estático en el umbral de la puerta de su habitación con la almohada cubriendo su miembro. El sujeto se levanto suavemente de la cama y se acercó hacia él.
- ¡No te me acerques! – grito Iero desesperadamente
- ¿Por qué no corres? ¿Por qué sigues ahí?
- Sé que eres tu Mikey, lo sé
- ¿Mikey? ¿Te estas acostando con él? – interrogó el encapuchado, había perdido la calma, ahora sonaba furioso.
Oh Dios mío… ¿No es Mikey? Pensó Frank
¡NO ES MIKEY!
Si no es Daniel Denver, si no es Mikey Way. Dios… ¿Quién demonios es? Esos ojos, esos ojos verdes ¿Dónde? ¿Dónde los ha visto antes?
- Se que eres tú – insistió Iero sin creérselo - ¡lo se! ¡y no te tengo miedo! – al decir esto, otro chorro de orines se resbalo por sus piernas haciendo un charco amarillo a sus pies
- Te haz acostado con todos… ¡con todos! – dijo el encapuchado sujetándolo por los cabellos
- ¡No me toques! – chilló Frank con el rostro empapado en lagrimas y las piernas de orines
- Perra asquerosa… te gusta que te la metan ¿no? ¿te gusta?
Las manos largas y callosas del encapuchado bajaron de sus cabellos hacia su cuerpo, tocando sus muslos y subiendo por sus nalgas, abriéndoselas con las manos hasta hacerlo gritar de dolor, sentía que lo estaba partiendo por la mirad. Iero gritó y el sujeto sonrió, bajándose el pantalón, sacando su miembro pálido y erecto, introduciéndolo en Iero, sacudiéndolo dentro de este.
- ¿te gusta perra? ¡te gusta!
Lo penetró fuertemente, mientras Iero intentaba zafarse inútilmente con torpes golpes sobre el sujeto, sabia que no podía hacer nada. Estaba a merced de él, tan solo temblaba, era lo único que le quedaba. El encapuchado bajo la intensidad de sus movimientos y terminó dentro de él. Lo llevo cargado hacia la cama, Iero aun sujetaba débilmente la almohada que estaba en medio de ambos cuerpos. Lo echó suavemente en la cama, cosa que aterrorizo mas a Frank y se inclino sobre el, posando sus ojos verdes sobre él.
- ¿me extrañaste?
Las manos del encapuchado acariciaron el rostro de Frank suavemente, y sujeto su rostro acercándolo al suyo. Frank sintió su aliento a cigarro y sintió marearse. Los ojos verdes detrás del pasamontañas, besaron los labios de Frank desesperadamente, introduciendo su lengua perversa, dentro de Frank, quien cayó desmayado pensando que todo había sido una terrible pesadilla.
El ladrido de sus perros lo hizo despertarse. Cuando abrió los ojos, se hallaba solo en la cama, ya había amanecido y le dolía todo el cuerpo. Sentía que lo vivido en la noche, no había sido real. Pero si lo había sido. El encapuchado había estado ahí. Frank se levantó de la cama y vio sangre en la sabana, era suya. Se estremeció y sintió dolor al intentar sentarse. Con ayuda de la mesa de noche se levanto de la cama con el cuerpo desnudo y se puso la sabana ensangrentada encima. Caminó hacia el patio donde sus perros ladraban desesperadamente, fue ahí donde encontró un ramo de rosas rojas destrozado junto al cuerpo inerte de Michael Pedicone, quien se encontraba boca abajo en el asfalto en la entrada de la casa de Frank con el cráneo destrozado. Frank emitió un grito de horror. Y retrocedió cayendo sobre el asfalto. Fue ahí donde vio una nota a lado del cadáver de Pedicone. YO TE LO HAGO MEJOR.