jueves, 17 de febrero de 2011

Capitulo X

10






A 300 kilómetros de su casa en New Jersey, Frank estaba recostado en la ventana de su nueva habitación, mientras la lluvia caía sin parar haciéndolo sentir más sólo que nunca. La pantalla de su computadora se reflejaba en el vidrio de la ventana, el segundo correo que Gerard le había enviado estaba abierto. Levanto una mano y poso sus fríos dedos en la ventana empañada y comenzó a escribir su nombre, el de Gerard, dentro de un corazón, mientras la otra mano abrazaba sus piernas y trataba de olvidar, de borrar de su mente todo lo ocurrido. Junto su mejilla contra el vidrio de la ventana, mientras la lluvia fría tamborileaba galopando el vidrio oscuro. Gerard estaba vivo, era lo que importaba se repetía, pero al ver la silla de ruedas y al cuerpo inerte sobre ella, no podía evitar llorar, no podía evitar recordar.



La nota sobre el cuerpo de Pedicone se movía al compás del viento helado que corría en la mañana. Frank tenía los ojos empapados de lágrimas y no dejaba de mirar a su amante.
¿Por qué? Se repetía sentado en el asfalto, abrazando sus piernas, fue ahí donde se percato que un ojo café claro lo miraba fijamente mientras un hilillo de sangre recorría todo el borde. Michael Pedicone estaba llorando sangre.
Frank gritó lleno de impotencia hasta que se le cerró la voz. Se acercó hacia el cuerpo de su amante intentando no pensar en la materia gris de su cerebro asomaba por su cráneo roto. Lo abrazo, pegándolo a su pecho desnudo, manchando la sabana con su sangre, como si quisiera protegerlo, como si el encapuchado siguiera ahí, en algún lado de la casa, mirándolo, disfrutando de ese momento, buscando el preciso para volver a atacarlo, quizás violarlo sobre el cuerpo de Pedicone.



Me aseguré que Pedicone no vuelva… ¿puedo continuar?



Frank retrocedió del cuerpo de Pedicone y salió gateando junto a sus perros con la sabana aferrada a su cuerpo desnudo hasta su habitación, arrastrando los pétalos de las rosas rojas que Pedicone le había traído.
Michael no merecía morir por las manos de ese demente, no merecía morir de ninguna manera, ahora estaba solo ¡solo!
Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, ¿y ahora que demonios iba a hacer?


Llegó a la habitación con las rodillas raspadas por haber andado a gatas, sangraban un poco, además el cuerpo lo tenia molido, las entrepiernas lo estaban matando, sobre todo en lo mas profundo de su ser, se sentía partido en la mitad. Miró la habitación a la que le caían los escasos rayos de la mañana, aun lucia lúgubre, parecía que fueran las 6 de la tarde, en vez de las 6 de la mañana. Entró despacio y sintió un aire frio pasar por su rostro que le puso la piel de gallina.
Se puso de pie con dificultad, tratando de hacer el menor ruido posible y pego su cuerpo a la pared buscando el interruptor de luz, pero lo que encontró fue otra mano presionándole la suya.
Estuvo a punto de gritar, pero la mano subió hacia su boca tapándola con tal fuerza que los dientes al presionar sus labios los reventaron.


- ¿Lo viste? ¿te provoco tirártelo? ¿eh? ¿dime perra, quieres tirártelo?
- ggdoooooo djauhmmeemm…

La sola idea de tener sexo con el cuerpo inerte de Michael Pedicone le aterrorizaba, ¿Cómo podía ser tan hijo de puta? Intentó zafarse pero el sujeto lo pego hacia la pared poniéndolo de espaldas. Frank intentó zafarse nuevamente pero una botella choco contra su cráneo aturdiéndolo.

- ¿Quieres esto en el culo? – dijo mostrándole la botella personal vacía de coca cola que posiblemente Pedicone había tomado en la tarde - ¿lo quieres verdad? Seguro te calentó verle la cabeza reventada al miserable ese
- suejdamef pffaoor

Frank fue lanzado al piso, cayendo este sobre su propia sangre derramada unas horas antes, haciéndole volar la sabana que tenia amarrada en su cuerpo. El encapuchado se subió sobre su cuerpo desnudo de espalda, como si estuviera cabalgando, haciendo que Iero en su desesperación intente zafarse nuevamente del cuerpo pesado del encapuchado, pero era inútil. El era más grande, mas pesado y lo tenia muerto de miedo. El encapuchado saco de su pantalón una pelota de medias y se la metió en la boca de Iero, haciéndole sangrar la úvula. A pesar de los aletos inútiles de los brazos de Iero de espaldas, el encapuchado le jalo los brazos hacia la espalda y se sentó sobre ellos pero esta vez mirando la parte baja de Iero, donde empezó acariciarle los muslos, las nalgas hasta abrirlas haciéndolo chillar de dolor.

- No quería matarlo, pero no me dio opción… el maldito sabe quien soy, y tu no… eso es lo gracioso tu no sabes quien soy – dijo introduciendo la botella, haciendo que Iero lance un grito ahogado por las medias que tenia en la boca – Pedicone es otra victima de tu culo insaciable, el imbecil me pregunto “¿Por qué haces esto?” – El encapuchado hablaba metiendo y sacando la botella, haciendo sangrar a Frank – Por las secuelas que EL dejo en mí, le dije

¿El? ¿Quien era el? ¿Acaso se refería a Frank? ¿El encapuchado había sido un ex amante suyo?


YO TE LO HAGO MEJOR


No había duda, la nota lo decía, sus palabras lo decía, las secuelas que el dejo en mi. ¿Secuelas? Pero que habla, de que secuelas, que le hice y sobre todo ¿a quien? No podía identificarlo, su voz era rasposa, su cuerpo estaba cubierto por las telas de la capucha y la ropa gruesa negra, sus manos, sus manos eran otra cosa, parecía haberlas visto antes, sentido, pero ¿Dónde? El recuerdo que tenia de unas manos parecidas era fugaz, salvo por lo esperas que las sentía ahora, como si las palmas de sus manos hubieran lijado antes, ahí fue donde se percato de la cara de sus manos tenia unas cicatrices ligeras de ¿quemaduras? Y sus ojos, sus ojos verdes brillosos dementes, parecían sacados de alguna película basada en un libro de Stephen King.

Iero estaba a punto de desmayarse, estaba sangrando demasiado, fue ahí que el encapuchado dejo la botella dentro de Iero y le quito la media de la boca.

- Supuse que gustaría tenerla un ratito más adentro – dijo mostrándole sus dientes podridos con su sonrisa torcida

Iero tosió desesperadamente, vomito sobre al encapuchado pero a este no le importó, estaba concentrado en abrirse la bragueta y sujetar su miembro.

- Mira lo que traigo para ti

Frank puso una mano detrás intentando sacarse la botella, pero el sujeto era rápido y lo acostó boca arriba el piso haciendo que la botella entre más dentro de él. Frank gritó mientras la sangre no paraba de bajar por sus piernas. El sujeto lo puso boca abajo nuevamente y le arrancho la botella soltando una carcajada demencial, la botella de coca cola que Pedicone había tomado unas horas antes estaba llena de la sangre de su amante. El encapuchado la lamió, y volvió a tocar su miembro, mientras Frank gritaba de dolor sobre el piso de su habitación.
Introdujo su miembro erecto en la boca de Iero, callándolo. Lo sacudió dentro de su boca sin importarle los ojos rojos suplicantes llenos de lágrimas de Frank, las arcadas que tenia, las manos de Iero golpeándole débilmente el cuerpo.

- ¿Te gusta verdad zorra? ¿esto es lo que querías, no? ¡Pues aquí lo tienes, trágatela todita!

El sujeto eyaculo en su boca mientras jalaba con fuerza los cabellos de Iero. Luego le sonrío con sus dientes podridos y lo soltó.

- No lo olvides. YO TE LO HAGO MEJOR.



Frank abrió los ojos. No quería recordar más. Miró el e-mail de Gerard y empezó a acariciar el teclado.
Quería responderle, pero tenía miedo de hacerlo. Habían pasado 10 meses desde la ultima aparición del encapuchado y las secuelas en Frank seguían como si hubiera sucedido ese mismo día. Tenía miedo de que el sujeto aparezca como cuando recibió el primer e-mail, no quería que el encapuchado vuelva a hacerle otra visita.
Frank se había mudado de casa y la dirección nueva solo la sabían Jamia y sus hijas. No quería saber nada de nadie, estaba encerrado todo el día con 5 personas de seguridad que rodeaban la casa las 24 horas. Además había un ama de llaves y una enfermera que velaba de él a su disposición todo el día.

La silla de ruedas estaba en el mismo lugar, con el mismo cuerpo inerte, en el mismo sitio. Frank se acercó a él y acaricio su rostro con sus manos, con su mejilla, nuevamente estaba bañado en lagrimas.

- Michael…

Pedicone no murió.
La seguridad personal de Iero volvió a la casa 15 minutos después de que el encapuchado saliera de la habitación de Frank. De inmediato llamaron a la policía y una ambulancia.
Michael Pedicone tenía el cráneo destrozado, pero no quería morir. Le practicaron 15 operaciones hasta la fecha, pero aun no consiguen que pueda hacer algún movimiento. El doctor le dijo a Frank que los golpes habían dañado una parte de su cerebro que habían inmovilizado los músculos de su cuerpo, le impedían hablar, pero no estaban seguros de si entendía las cosas. Estaba vivo, postrado en una silla de ruedas desde hacia 10 meses, a veces movía el único ojo que le quedaba, nunca con una dirección especifica, siempre son parpadeos involuntarios como dice el doctor. Recibe terapia en casa todos los días en la misma cama que aun comparte con Iero.
Si, Frank aun dormía con él. Lo abrazaba todas las noches, quería protegerlo, protegerse el mismo de sus pesadillas, a veces lo conseguía, otras sólo se orinaba encima y no se movía hasta que la enfermera entrara a cambiarlo.
Había días en los que Frank era incapaz de ir solo al baño, de hacer sus cosas el mismo. También recibía terapia, a pesar de los meses, aun le dolía el cuerpo, los brazos, la entrepierna, la mandíbula a veces no podía ni comer y menos hacer sus necesidades.
El Frank que recibió con los brazos a Gerard el que se mudo a vivir con él, había desaparecido. Ahora solo era un despojo humano, que deambulaba en una casa inmensa alejada de la civilización.

Luego del accidente, busco ha Lindsey con la esperanza de que le ayude a buscar a Gerard, pero esta asustada se había mudado también con Bandit lejos de New Jersey. Pudo localizarla por medio de sus hijas, sobre todo de Cherry quien visitaba seguido a Bandit, pero no quiso. Lindsey tampoco lo hizo, no quería ver a Frank, tenia miedo de que ese loco la atacara a ella o su hija como había hecho con él. Tiempo después dio a luz, Cherry le había enseñado las fotos a Frank, quien lloró al verlo.
Luther Séance Way, era idéntico a su padre.

Frank miró nuevamente la pantalla de la computadora sin dejar de abrazar a Pedicone.

- ¿Qué hago Michael?

El único ojo bueno de Pedicone estaba quieto, sin parpadear. Frank le beso el rostro y seco las lagrimas que había dejado encima de él y le besó los labios.
Se acerco a la computadora dispuesto a apagarla, pero leyó una vez más el correo, las lágrimas volvieron a escapársele.




Para: diablorojo666@skeletoncrew.com
De: partypoison@gmail.com
Asunto: te amare siempre

Frankie, aun no puedo creer que estés muerto, no lo asimilo aun, han pasado tantos meses de ello… Frankie perdóname, no debiste morir, yo tengo toda la culpa, si no fuera por mi tu seguirías vivo con tus hijas, seguirías vivo y yo aun tendría esperanzas pero ya las eh perdido todas por que la única esperanza para mi eras tu. Todos los días pienso en ti, hoy en la mañana desperté con la imagen de esa canción que compusimos allá en el 2010, lloré todo el día, cuando se fue a la mierda todo Frank? Cuando? Por que tuvieron que pasar todas estas cosas entre nosotros? Ya no me importa seguir con vida, mi hija no me responde, tú has muerto, ya no hay nada, nada para mí.



Frank acaricio el teclado nuevamente. Recordó los meses pasados y los sintió lejanos. Algo en él se estaba volviendo a encender. No le importaba el maldito encapuchado, si quería matarlo, estaba preparado. Empezó a teclear despacio, la única esperanza para Frank era Gerard y después de leer ese e-mail, la había recuperado.