viernes, 20 de enero de 2012

Capitulo XXIII

23




Las manos de Frank, temblaban.
Temblaban y sudaban.
Tenía unas ganas increíbles de llorar.
Pero de felicidad.
¡MUCHA FELICIDAD!
¿Realmente habían encontrado a Gerard?
¿Estaba en su antigua casa de Belleville?
Aquella casa donde se besaron por primera vez, donde el hizo el amor por primera vez con un hombre, y no cualquier hombre, si no con el hombre que lo acompañaría a lo largo de todos estos años.
Lindsey seguía hablándole, dándole sus teorías, contándole cosas que Gerard le había dicho en sus e-mails, cosas que Frank ya sabía por que Mikey se los había facilitado, así que dejo de escucharla.
Lindsey podía irse a la mierda.
Lo único que importaba en ese momento era Gerard.
¿Puedo ser tu única esperanza? Porque tú eres la única esperanza para mí
Lo primero que haría al encontrar a Gerard sería llevarlo nuevamente a la casa de New Jersey donde no debió irse nunca. Fue un error haber terminado así, por culpa de esa puta que hablaba sin parar que se había embarazado para retenerte. Pero se equivoco. No hay nada, ni nadie que pueda separarnos. Viviremos juntos otra vez ahí, tu serás lo primero que vea al abrir los ojos, viajaremos por todo el mundo otra vez, con la banda o solo los dos, en esos hoteles que no pudimos aprovechar en estar juntos por que Lindsey o Jamia estaban en medio. Iré contigo a donde quieras, cuando quieras, pero juntos, por que no nos volveremos a separa nunca mi amor, nunca más.

- ¡Papi! – Lily apareció en la sala corriendo directa a abrazar a su padre, quien tenía la mente en otro lado
- Hola – susurró sin salir de su nube Gerard
- ¿Qué te paso en tu manito?
- ¿En mi que?

La burbuja de encontrar a Gerard para ser felices por siempre se rompió ahí misma. No podían viajar por todo el mundo, ni Gerard ser lo primero en ver cuando abra sus ojos por las mañanas si no se deshacía de alguien que le había provocado aparte de constantes meadas encima de miedo, secuelas física y emocionalmente. Se había olvidado del encapuchado. ¿Cómo rayos iba a librarse de él? Miró su mano vendada por completo, la tenía así desde el día de su cumpleaños donde ese hijo de puta mató a todos sus amigos, donde lo violó y le cortó el dedo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. ¿Cómo diablos iba a sacar a Gerard de ahí si ese sujeto seguía causándole pavor? No, tenía que encontrar la forma, no podía dejar que ese hijo de puta se salga con las suyas. Tenia que estar con Gerard, lo tenía que hacer, no podía dejarlo a la deriva con ese loco.

- ¿Papi estas bien?

Lily vió como la alegría flotante que traía su padre se había desvanecido cuando ella le pregunto por su mano vendada. ¿Qué le había pasado? ¿Se había caído? ¿Golpeado? O acaso… ya se había encontrado con Tío Gerard y este le había dado una paliza. Lily quiso correr y meterse debajo de la mesa del comedor de la casa de Bandit. Por su cabeza venían imágenes feas que ya no quería recordar. Ella escondida. Esa mesa. La gotita de sangre. Las piernas blancas. No, no iba a recordar. Tío Gerard no puede volver, nadie vuelve de la muerte le había dicho mami, y él no podía volver. Si su perrito que había sido bueno nunca volvió de la muerte, tío Gerard que había sido malo, muy malo, no podía volver ¡No era justo si volvía!

- Lily, ve a traer a tu hermana
- No – dijo bajando la carita, ahogando sus propias lagrimas para que papito no las vea, por que el ya se veía triste y no necesitaba mas tristeza
- ¿Qué te paso en el brazo? – preguntó Lindsey a Lily

Lindsey se acercó a la niña y vio un corte en su antebrazo, no era tan profundo como para ser mortal, pero le había echo el suficiente daño para dejarle una cicatriz. Se notaba reciente, aun había sangre seca alrededor del corte. La niña se tocaba el brazo tratando de cubrirse el corte, pero era tarde. Lindsey ya lo había visto. Es más. Lo había reconocido. No podía ser. Dios ¡Como pudo ser tan ciega ¿A caso las gordas hijas de Frank tenían la culpa de que su hija halla convertido sus brazos en una galería de arte de terror? Estuvo a punto de golpear a Lily ahí mismo, de reclamarle el que halla metido a su hija en ese mundo de mierda donde las cicatrices físicas solo desaparecían con laser, pero las demás, esas que te martilleaban el corazón, no se iban nunca.

- Nada – dijo Lily
- ¿Nada? ¡Lo tienes cortado! – gritó Lindsey intentando contener su cólera
- Fue un accidente
- ¡Un accidente! ¿Así es como lo llamas?- insistió Lindsey jaloneándole el brazo
- Lindsey ¿Quieres calmarte? ¿Cómo paso mi amor? – preguntó Frank preocupado al ver que su hija estaba al borde del llanto
- Yo te voy a decir como paso… ¡CHERRY, BANDIT! – comenzó a gritar Lindsey

Cuando Bandit escuchó los gritos de su madre, estaba sobre Cherry besándola sobre su cama. Ambas se quedaron mirando asustadas. ¿Mamá se había enterado? ¡Oh rayos! Bandit sabía que si su madre se enteraba que se morreaba a Cherry, todo se iba a ir a la mierda. Todo. Además, los juegos de la reina. Su madre no podía enterarse de ello. No podía. Lindsey no era de gritarla, nunca lo había echo, y ahora… parecía histérica. Seguro Lily había abierto la boca, la muy gorda babosa. Tenía que salir de esta, tenia que salvar su pellejo, no iba a irse a ningún colegio de monjas, ni uno militar, ni a ningún lado. Vamos Bandit, piensa, tienes a Cherry de tu lado. Tienes que salvarte el pellejo a como de lugar.

- ¿Le haz contado a alguien de lo nuestro? – preguntó Bandit
- No, solo Lily lo sabe, ya sabes nos ha visto - dijo Cherry
- Júralo
- Lo juro
- Bien, esconde tus brazos
- Están escondidos
- Ponte lip stick, algo, que no se note que están hinchados
- Sera por que me besas como si fuera la ultima vez – dijo Cherry riendo
- ¡Agradece que te beso gorda! ¡Debería mandarte a hornear!

Cherry la miró de mañana manera, ella quería a Bandit, pero a veces tenia ganas de estamparla contra la pared cuando le hablaba así. Pero la quería. La quería tanto que la aguantaba. A veces la relación que tenía con Bandit, le hacia recordar la de su padre con el padre de su novia. Siempre discutiendo, Gerard diciéndole cosas hirientes, su padre callando, luego se besaban, sonreían y se olvidaban del tema. Un amor de locos, de esos de revistas, muy parecidos a las historias de ficción echas por fans que en algún momento había leído por internet sobre la relación de su padre y el padre de Bandit. Así que se cayó y no le dijo nada, era mejor no pelear entre ellas, la madre de Bandit les iba a echar la bronca por algo. Así que abrió su mochila y sacó su labial de brillos con sabor a frutas del bosque. Se lo aplico en los labios y cuando estuvo a punto de bajar al llamado de Lindsey, Bandit la detuvo.

- No a pasado nada, somos amigas, tu no sabes que es esto – dijo enseñándole el sacapuntas y eres la preciosa Cherry Iero que jamás ha matado ni una mosca
- Vale
- No olvides tu mochila
- Tu madre dijo que me quede a dormir
- Pues yo no quiero que te quedes
- ¿Qué?
- Lo que oíste, no quiero
- Pero… joder ¡como puedes ser tan cambiante!
- ¡Mi madre sospecha! No quiero que se entere que estoy contigo
- ¡Estás paranoica!
- ¡Cállate carajo que van a escucharte!
- Pero no tiene por qué enterarse, y si así lo hiciera ¡cual es el problema!
- A mi vieja le va a dar nauseas saber que entre tu y yo hay algo, ¡Nos van a separar! ¿Acaso quieres eso?
- No
- ¿Entonces? ¡Seguro tu hermana se ha ido con el chisme!
- ¡Te dije que no la metiéramos más en esto!
- ¡Si, claro! ¡Bien que te gusto hundirle ese cuchillo!
- ¡Cállate Bandit! ¡Cierra la puta boca! – le gritó y estuvo a punto de empujarla pero se aguanto
- A mi no me mandes a callar gordita, no te atrevas – dijo amenazándola con el sacapuntas
- Me estas asustando – dijo Cherry
- Pues mejor– le dijo Bandit – así no se te olvida, quien manda aquí

La voz de Lindsey se oía cada vez mas cerca, como si estuviera subiendo a la habitación. Bandit tiró el sacapuntas debajo de su cama, junto con una serie de dibujos que había echo con su propia sangre. Pero Lindsey ya había subido a la habitación junto con Frank y Lily quien seguía ahogando su llanto con la cabeza apretada en el cuerpo de su papá.

- Bandit – dijo su madre – enséñame tu brazo

Bandit se quedo en silencio y miro desafiante a su madre. Así que eso era, la gorda se había ido a quejar con que la habían cortado como jamón. Ya tendría tiempo de arreglar cuentas con ella, por ahora, solo tenía que salvar su pellejo y evitar esa jodida escuela de monjas, militar o lo que sea.

- Bandit, te estoy hablando

Pero Bandit no hacia nada. Seguía de pie sin moverse. Entonces su madre se acercó a ella, pero a la vez no y jaloneo la camiseta larga del brazo de Cherry, exhibiendo las cortaduras que traía en el brazo la hija de Frank.

- ¡Malditas mocosas! – gritó Lindsey - ¡No quiero volver a verlas en mi casa! ¡Escucharon!
- ¡Cherry, hija por Dios! – dijo Frank horrorizado
- Lo siento papá – dijo Cherry
- ¡Fuera de aquí! ¡No quiero verlos a ninguno de ustedes en mi casa, nunca más! – gritó a las niñas y Frank - ¡Malditos Iero, solo han traído mierda a mi familia!
- Papito vámonos – berreó Lily
- Bandit, hijita mía – dijo Lindsey pegando a su hija a su cuerpo - ahora ya se por que estas así, es todo culpa de estas gordas miserables, maldito el día en el que tu sucia familia se metió con la mía
- Estas exagerando, las niñas deben tener una explicación para esto, la han pasado muy mal desde que…
- Cállate infeliz ¡Cierra el pico! ¡Ha sido un error llamarte! No quiero volverte a ver en mi vida ¿escuchaste?
- Pero Lindsey… tenemos que encontrar…
- No, tu no, yo si, por que el es mi marido, el padre de mis hijos, algo que tu jamás en tu patética y asquerosa vida de segundón tendrás ¡Escuchaste! ¡Jamás!

Lily comenzó a llorar, mientras su hermana la miraba con rabia. Había abierto la boca, iban a separarla de Bandit, no, no podía pasar eso. No podían separarla de Bandit. Tenía que pensar en algo, pero ¿Qué?

- No pueden separarnos, señora Way, lo siento mucho, yo… – dijo Cherry
- Tú eres una mocosa de mierda que haz metido a mi hija en ese mundo asqueroso de la mutilación, así que ¡Lárgate de aquí! ¡Fuera! - gritó Lindsey jaloneando a Cherry fuera del cuarto de su hija
- ¡Bandit haz algo! – gritó Cherry, pero Bandit no hacia nada, permanecía parada en el mismo lugar sin abrir la boca
- ¡Lindsey suéltala! – gritó Frank
- ¡Fuera de aquí! ¡Lárguense antes que llame a la policía!


Frank y sus hijas salieron de la habitación, y Lindsey cerró la puerta del dormitorio de su hija diciéndole que volvería para hablar con ella. Bandit siguió sin decir palabra alguna y espero a que su madre cierre la puerta para reírse. Así era el amor de madre ¿Cómo podía pensar que Cherry o Lily iban a obligarla a cortarse si no podían matar ni una hormiga por que les daba pena? Bandit rio tanto hasta que las imágenes del día que se escondió en el closet de Frank vinieron a su cabeza y borraron todo rastro de alegría en su rostro para llenarlo de pánico.

Frank cargó como pudo a Lily y salió con ella en brazos de la casa de Lindsey junto con Cherry quien se había quedado muda. ¿Por qué Bandit no la defendió? ¿Por qué no dijo la verdad? Se sentó en la camioneta junto a su hermana que no dejaba de llorar y su padre que consolaba a su hermana. ¿A caso Bandit no la quería?
La camioneta las llevo directo a casa de su madre. Lily se calmo en el camino y se quedó dormida en los brazos de su padre. Cherry siguió en silencio, sentía que se estaba desmoronando por dentro. ¿Por qué Bandit era así? ¿Por qué no podía quererla de la misma manera que ella lo hacia?
Un olor a perfume e incienso venía de la casa de Jamia. Frank al comienzo no le tomo importancia, pero luego estuvo a punto de vomitar. ¿Qué rayos pasaba?
Los tres bajaron de la camioneta y vieron la silueta de un hombre fuera de la casa de Jamia hablando con ella, quien traía un exceso de maquillaje, un perfume fuerte y un vestido negro ceñido a su cuerpo, dejando ver sus pechos y a la vez sus michelines que no eran pocos. Frank se acercó con ambas niñas y vio que se trataba de Shaun, un viejo amigo de la secundaria con quien tocó en Pencey Prep, una de las primeras bandas en las que tocó y luego colaboró con My Chemical Romance haciendo publicidad y mas adelante ayudando en el área creativa hasta que la banda se congeló el año pasado.
Cherry no los miró y corrió a su habitación donde se puso a llorar sin parar. Frank saludó a su amigo y lo invitó a pasar a la casa de su ex mujer quien no le hizo gracia ello, mientras subía a Lily a su cama que llego dormida. Cuando bajó su ex mujer seguía de pie hablando con Shaun, se notaba por sus gestos que no tenía ganas de tenerlo en su casa y que lo estaba invitando a irse de su casa. Pero Shaun solo reía y no le prestaba atención a Jamia.

- ¡Amigo! Tanto tiempo sin verte, lamento no haber ido a tu cumpleaños, aunque… después de lo que pasó, no se si fue una bendición
- No me hables de eso, por favor – dijo mirando sin querer su mano
- De acuerdo, tranquilo
- Shaun ya se iba – dijo Jamia – David no esta, entonces…
- ¡Pero este Frank! Y no lo veo hace… meses ¿mas de un año?
- Eh… si, algo así
- ¡Ajá! ¿y que te cuentas?
- Shaun, tengo que hablar con Frank sobre las niñas
- Caramba Jamia, no sabia que te caía tan mal
- Shaun, espérame afuera, es cierto, tengo que hablar con Jamia
- ¿y la pizza? Mejor se ven otro día – dijo Jamia

Shaun la miró y le guiño el ojo a Frank quien no había entendido y le repitió que lo espere afuera. Jamia se sentó con su corto vestido ceñido y le ofreció vino a Frank, pero este en vez de contestarle, le soltó el rollo de los cortes de sus hijas. Jamia estuvo a punto de gritar ahí mismo, pero se contuvo. Frank le pidió que hable con las niñas después, que era tarde y estaban alteradas, sobre todo Lily quien se habia quedado dormida, que la vigile en la noche, por que era propensa a tener pesadillas. Pesadillas tan feas como las que el tenia.

- De acuerdo… - dijo Jamia algo decepcionada al ver que su ex marido si se iba y no iban a romper ninguna cama
- Mañana vengo ¿si?
- Si claro, como quieras… guardare el vino, la pizza…
- Jamia, no me siento bien, Lindsey…
- Ya si, como sea
- Por cierto, te ves linda con ese vestido – le dijo Frank, sabia que su ex mujer moría por los cumplidos y lo ultimo que quería en ese momento era pelear con ella
- Gracias, es nuevo
- Si, te queda precioso, bueno… mañana te veo ¿si?
- Aquí estaré esperándote… digo estaremos, ya sabes las niñas y yo

Frank se acercó a besar la mejilla de su ex mujer y le susurró en el oído que era una buena madre, que sabia que ayudaría a las niñas con esto. Jamia no escuchó que le dijo Frank por que el susurro la había transportado a Suiza y a esa cama rota.
Cuando Frank salió, Jamia se metió en el baño y cerró con llave. Se tocó pensando en el, en como rompieron la cama, en como lo extrañaba.

- Pensé que no te dejaría salir – dijo Shaun dentro de la camioneta
- Si, he tenido unos días de mierda –dijo Frank entrando, Shaun le estampo un beso en los labios
- Bueno… olvídate ¿de donde vienen?
- De casa de Gerard
- ¡Gerard!
- Si, estuvimos ahí
- Frank, Gerard esta muerto, así que vendría a ser la casa de Lindsey
- Ese es otro tema
- ¿Explícate?
- Gerard no esta muerto
- Hemos estado enviándonos correos
- ¿Correos? Espera un rato… ¿Gerard te envía correos desde el mas allá?
- Shaun, Gerard esta vivo, pero esta secuestrado
- ¿Qué?
- Si, veras el sujeto que me atacó lo tiene secuestrado y Gerard solo puede enviarme e-mails y…
- ¿Gerard esta secuestrado y manda e-mails? ¿Qué clase de secuestro es ese?
- ¡Me escribe a escondidas! Veras… sé que pronto podremos estar juntos
- Ajá, con que a ti también
- ¿A mi también, que?
- Un tal Gerard Way me escribió hace unos meses contándome la misma cháchara del secuestro y no le respondí
- ¿Por qué? ¡Gerard es tu amigo! ¡Pero que rayos pasa contigo!
- Pasa, mi querido enano, que no eh perdido la chaveta como tú, como para estar escribiéndole a un muerto
- ¡Ya te dije que no esta muerto! ¡Lo eh visto con mis propios ojos por video llamada!
- ¿Ah si? ¿Y haz acudido a la policía para que lo busquen?
- No… él no quiere que llame a la policía, es complicado
- Ajá, complicado, vaya… así que viste a Gerard por video llamada, esta vivo, pero no quiere que lo encuentren… ¡O sea que lloramos un cajón vacío!
- Sé que es de locos, pero… es cierto, Gerard esta vivo
- Si, si esta vivo, pues es un gran hijo de puta al dejar a su esposa embarazada e inventarse ese cuentito de que esta secuestrado, pero puede hacerte una video llamada
- ¡Ya te dije que lo hace a escondidas!
- Frank, ¿Eres idiota o te haces?
- ….
- ¿Pero es que no te das cuenta de lo que ha hecho Gerard? ¡Una vez más te ha visto la cara de imbécil! Y claro, eso es que si realmente esta vivo y no es que alguien te esta haciendo una broma, digamos uno de esos dobles de Gerard que abundan en el planeta, no es tan difícil tener una cara de chancho
- ¡No es ninguna broma, se lo que eh visto!
- Entonces Gerard sigue siendo el mismo puto de siempre, vaya pensé que los años lo harían madurar, pero parece que no se cansa, lo peor de todo es que me lo veía venir
- ¿De que rayos hablas?
- Jarrod
- ¿Quién?
- Jarrod Alexander, no te hagas el que no lo conoces
- ¿Qué tiene ese?
- ¿Qué tiene? ¿En serio no lo sabes?
- ¿No sé, que?
- Jarrod desapareció en el mismo tiempo en el que pensamos que Gerard estaba muerto y a ti casi te matan
- No entiendo lo que quieres decir
- Creo que ya me entendiste lo suficiente Frank – dijo Shaun abriendo la puerta de la camioneta de Frank para salir
- No, espera – dijo Frank jalándolo de la camiseta – dime que cosa piensas
- ¿Para que? – dijo tratándose de soltar de Frank, pero este aun lo tenia sujeto - Si tu lo sabes, es solo que no quieres entenderlo ¿Me sueltas?
- ¡No! No puedo creer que me digas todas esas cosas, ¿insinúas que Gerard ha desaparecido por sus medios para revolcarse con Jarrod? ¡Pero es que estas chalado!
- ¿Chalado yo? ¡Yo no le escribo correos a un muerto! – gritó Shaun sacándose del todo de Frank
- ¡Eres un imbécil Shaun!

¿Qué demonios estaba pasando?
¿Gerard… estaba con Jarrod?
No, eso no era posible, Gerard jamás vería a Jarrod, jamás, ese enano poca cosa sin cuerpo, merito, sin talento ni nada. No, eso era imposible ¡IMPOSIBLE!

- Como sea, no vine a buscar a David, si no a ti, te busco hace mucho tiempo – dijo reteniendo sus ojos verdes sobre los de Iero - tengo que oficializar esto – dijo cambiando el tono de voz a uno mas amistoso, mientras sacaba unos papeles del morral que traía colgado – Ya que no quisiste responder ninguna de las cartas que te enviamos, eh tenido que venir por ti
- ¿De que rayos hablas?
- Estas despedido amigo, quedas fuera de My Chemical Romance o lo que queda de él
- ¿Qué?
- Gerard ya había empezado los trámites desde antes que… ¿muera?
- Gerard jamás haría eso
- ¿Ah no? ¿Y por qué tengo su firma en todos los papeles? – dijo mostrándoselos
- Inventas, mientes – dijo Frank arrancándoselos
- Toma, te dejo unas copias, son las últimas que te doy. Fírmalas Frank y terminaremos todo esto bien
- ¿Qué? ¡Yo no voy a firmar nada! Esa banda es mas mía que tuya
- Que te hallas acostado con casi todo el equipo de la banda incluido yo por supuesto, no te da derecho a creerte el dueño, esta decisión fue unánime, Gerard lo empezó y el resto voto lo mismo. Estas fuera
- ¡Como te atreves! ¡Eres una mierda! ¡una gran mierda y un hipócrita! Primero te haces el amiguito, despotricas a mi novio y ahora me dices que me echaron de la banda
- Gerard quiso echarte muchas veces antes, y lo sabes
- ¡Mientes! ¡Todo tú eres un mentiroso! ¡un maldito mentiroso!
- Será mejor que me valla, contigo no se puede
- ¡No eh terminado de hablar contigo!
- Pero yo sí – dijo Shaun saliendo de la camioneta de Frank quien se quedó de una pieza.

Shaun mentía.
Eso no podía ser cierto ¡Gerard jamás lo echaría de la banda! ¡Jamás! Estaba diciéndole esas cosas para herirlo, por que él nunca le hizo caso por que no le llegaba ni a la punta de los talones a Gerard a quien siempre amó ¡Pero que hijo de puta!
Frank se recostó en el mueble de su camioneta, mientras Brando y los chicos subían en silencio y pusieron en marcha el auto.

- ¿A casa señor?
- No, vamos a la casa de Gerard
- ¿Los Ángeles otra vez?
- No, vamos a Belleville, a la vieja casa de Gerard – tengo un asunto que arreglar ahí

Si Gerard estaba ahí secuestrado, iba a sacarlo aunque el encapuchado lo mate en el intento. Pero si todo esto fue un invento, si Gerard estaba bien, si estaba con Jarrod y… el jodido encapuchado siempre fue un tipo contratado…

domingo, 1 de enero de 2012

Capitulo XXII

22






La relación entre Bandit y Lily siempre fue buena. Si bien no coincidían en mucho, siempre se trataban con respeto y un cariño de hermanas al que estaban acostumbradas puesto que crecieron juntas en las giras que daban sus padres alrededor del mundo con la banda. Pero todo cambió desde que el padre de Bandit murió. Lily quien si bien no siempre participaba en los juegos de armarle la casita a la Barbie ni dibujos de historietas, acompañaba a su hermana y Bandit en la misma habitación con sus grandes muñecas bebitas, les cambiaba el pañal, les daba de comer y las quería como si fueran sus propias hijas. Entonces esa misma noche en la que Bandit apareció en el closet de la casa del padre de Lily y Cherry, las cosas cambiaron. Bandit no podía decir la verdad de que hacía ahí, no podía hacerlo, por ahora no. Entonces le dijo a Jamia que no le cuente a nadie que la había encontrado ahí, que ella buscaba a Cherry y Lily y se fue caminando desde sus clases de pintura a la casa de Frank que era la más cercana, entonces entró por la puerta trasera, pero como escuchó bulla se escondió con los perros y nada más. Jamia la quiso llevar de inmediato donde su madre para que esta decida que hacer, pero Bandit le dijo que su madre no debía saber ello por que iba a castigarla si sabía que se había ido sola de las clases burlando al chofer, mejor le diga que la recogió de las clases junto con Cherry y se fueron a su casa donde harían una pijamada. Jamia se asombró de la imaginación de la niña, se le notaba nerviosa, y Jamia no tenía ganas de pensar en ese momento, ya de por si estaba horrorizada por lo que le había pasado a su ex marido, así que hizo lo que le pidió Bandit y se olvido del tema. Bandit lloró toda esa noche, lloró tanto esa que pareciera gastó sus lagrimas, por que en el entierro de su padre no derramo ni una. Solo mantuvo la cabeza gacha y la mirada perdida, mientras apretaba la mano de Cherry.
Días después cuando Lily y su hermana visitaron a Bandit, esta ya no era la misma. El cabello que siempre lo traía con una cinta coqueta o un par de colitas, ahora lucía opaco, sucio y suelto. Su ropa había cambiado, era negra y estaba sucia, donde vieran a Bandit Lee Way estaba sucia. Sus ojos siempre chispeantes estaban parcos, y su mirada parecía vacía. Lily trato de entenderla, ella también se sentía mal por que su papá estaba el hospital, y era horrible que papá no este para ella. Fue ahí donde vio los dibujos de la pared de su habitación de Bandit. Eran tétricos, oscuros, sangrantes, horribles para Lily. Ya no habían mariposas en las paredes ni caricaturas de perritos como las que dibujaba con su hermana, ahora habían cadáveres colgando, cosas terribles.
Cuando llegaron los insultos, peleas, gritos y burlas, muchas burlas, burlas crueles de las que su hermana participaba, Lily comenzó a derrumbarse. No entendía por que la trataban tan feo, ya no la llamaban por su nombre, ahora era pelota, gorda, fea, obesa, chancha o algún otro adjetivo descalificativo.
A pesar de su dolor, intentó hablar con Bandit, no le gustaba para nada que la trate así de feo, que la insulte, que la haga llorar, pero Bandit la ignoró por completo y actuaba como si ella no estuviera presente. Ya no eran amigas, ahora Bandit se había convertido en un monstruo que dibujaba cosas horribles y la trataba mal.
Los accidentes de Lily empezaron al poco tiempo. El primero fue cuando se cayó de las escaleras en presencia de Frank. Lily prefirió no decir nada sobre lo ocurrido, dijo que se había tropezado, que había sido un accidente. De ahí vinieron los cardenales en el brazo. Lily alego haberse caído, por más que había marcas de dedos furiosos en sus brazos. Y claro, el chicle en el cabello. Jamia quedó horrorizada por el chicle que su pequeña traía pegoteado en el cabello, era grande y la presión al ser pegoteado había sido tan fuerte, que el cuero cabelludo de su hija estaba irritado. Pero Lily nuevamente dijo que se había golpeado la cabeza y justo en esa pared había un chicle pegado, que fue otro accidente. Los accidentes de Lily eran cada vez mas frecuentes y Jamia había dejado de prestarle atención, por que pensaba que su hija solo era una niña despistada, como lo fue ella de pequeña.
Cuando Cherry recibió el mensaje de Bandit diciéndole que su madre la invitaba a pasar la tarde juntas. La cara de Lily de felicidad abrazando a su oso de peluche se descompuso. No quería ir a casa de Bandit, no quería sufrir otro accidente. No, otro más, no. Sus bracitos moreteados aún le dolían y el corte de cabello que su madre le había echo por el chicle en la cabeza le hacía sentir como una tonta.

- Si no vas, mamá no me dejará ir a mi
- ¡Pero te ha invitado a ti, a mi no!
- Vamos Pelota no seas cobarde
- ¡Cállate Cherry! ¡Cállate o le diré toda la verdad!
- Oh… ¡Le vas a decir toda la verdad! ¡Me estas amenazando gorda!
- Le voy a decir – gimió Lily – ya verás – soltó poniéndose a llorar

Cuando Jamia entró a la habitación para llevarse a las niñas. Lily ya había dejado de llorar y estaba encerrada en el baño. Cherry por su parte había empacado todos sus dibujos y crayones, junto con su pijama, por si tenía suerte y se quedaba a dormir.

- mamá, no quiero ir
- pero Lily, es bueno que socialices, te la pasas encerrada
- pero no quiero ver a Bandit, esta loca
- no esta loca, esta triste por que su papa murió – dijo Cherry
- papito también estuvo muy enfermo y yo no me puse así – le contesto Lily
- lo hace por molestar ¿te das cuenta mamá? Como ella no tiene amigas, no quiere que yo tampoco tenga – chilló Cherry
- Vamos Lily, no perdamos tiempo que tengo cosas que hacer
- Pero mami, yo no quiero ir, yo me quedo aquí
- No puedes quedarse solita corazón
- Entonces dejas a Cherry y me quedo contigo por favor
- De acuerdo cariño, vamos

Y ese era el plan, llegar, dejar a Cherry y Lily pasaría una linda tarde con mamá. Pero no contó con que su madre se quedaría conversando con la mama de Bandit y ella quedaría cuidando al hermano de Bandit, cosa que no le disgusto, al contrario, lo disfruto, adoraba a los bebes, ella quería tener 10 hijos algún día y pasear al pequeño Séance era genial. Pero un paseo, era un paseo y cuando entró a la casa luego de haber recorrido todo el jardín con el bebé, se dio con la sorpresa de que su madre no estaba por ningún lado de la casa.


- ¿mami?

La buscó por toda la primera planta, pero no la encontró y el pánico se apodero de ella. Mamá se había ido, la había dejado. Estaba sola, solita, y de ninguna manera, iba subir a ver a su hermana ni a la loca de Bandit. Estaba perdida.

La habitación de Bandit era grande, pero poco iluminada. Las ventanas traían cortinas largas y espesas, las paredes traían un fondo blanco que en algún momento tenía dibujitos de maripositas y cómics dibujados por su padre, ahora eso había desaparecido y la pared lucía miles de dibujos pintados de negro y rojo. Al medio de la pared había un corazón grande y rojo que sangraba, Bandit le había pegado papelitos doblados y cerrados en el medio. Cuando su madre le pregunto de qué se trataba todo ello, ella decía que eran sus penas y las pegaba ahí para olvidarlas. Pero no era así. Bandit no olvidaba, no lo iba a ser nunca.
Cherry estaba recostada sobre Bandit mientras escuchaba una de las historias que había escrito. Bandit la contaba sin mucho entusiasmo a excepción de cuando llegaba a sus partes favoritas, que eran los asesinatos en la historia.

- Esta de horror
- ¿quiere decir que es buena?
- Si, claro, todo lo que haces es bueno
- Vale – dijo cerrando la historia – entonces la seguimos después, estoy algo cansada
- ¿Por qué? ¿Qué hiciste temprano?
- Vino tío Mikey con tía Alicia y fuimos al centro comercial
- ¿tú fuiste al centro comercial? No te creo
- Lo se, pero lo hice por Ali, ya sabes que no sale mucho
- Tu tío esta loco
- Lo sé
- Esta tan loco como tu papá
- Te eh dicho miles de veces que no hables mal de mi padre
- Lo siento, es que cuando lo recuerdo…
- Como sea, prefiero que mi viejo halla sido un loco a su manera, que un gordo arrastrado como el tuyo
- Eso no es cierto
- ¿Segura? Hablando de gordura… tú haz engordado Cherry, te pareces a la pelota de tu hermana
- No hay forma, yo no estoy comiendo de noche, es mas, no estoy desayunando
- Pero almuerzas, y mucho, creo que estas mas gorda que la ultima vez que te vi, haber… - Bandit le metió la mano debajo del polo a Cherry y le peñisco el estómago – que cerda
- No inventes
- No invento, cuando te echaste encima mío, no me dejabas respirar, estas echa una cerdita
- No es cierto, no empieces Bandit, conmigo no
- Oh no Cerdita, no bromeo, lo hago por tu bien – dijo Bandit tomándole de las manos – eres una cerdita mi pequeña Cherry, y no quiero que mi novia este gorda ¿entiendes?
- …
- Se que no es tu culpa, vienes de una familia obesa, pero… puedes controlarlo
- Vale – dijo Cherry, sus ojos comenzaron a aguarse
- Vamos pequeña Cherry, no estés triste, yo haré que dejes de ser una cerdita ¿si?

Las manos de Bandit limpiaron las lágrimas nacientes de Cherry, y sus labios se posaron sobre los de la hija de Frank. Le dio un beso cortito, pero este hizo que Cherry dejara de llorar.

- ¿sabes Cherry? Creo que peor que estar gorda es estar loca
- No digas eso
- Si, es peor, la locura no se cura nunca – ahora eran los ojos de Bandit los que se aguaban

Bandit se alejo de ella, y agarró un pequeño oso de peluche que en algún momento fue color rosa y ahora tiene manchas de sangre en la cabeza. Lo miró y secó con el sus nacientes lagrimas. No debía recordar. No podía evitar hacerlo. Las cicatrices en los brazos, los muslos, el vientre, todas ellas ardían, ardían y gritaban, reclamaban que las abran, que no las dejen selladas, que si seguían así iban a terminar volviéndola loca, loca, muy loca y ella, no ella no podía permitirlo, no podía permitirse eso. Además las lágrimas, había jurado no llorar mas, se lo juro a ella misma y no podía volver a faltar a su juramento. Respiro, una, dos, tres veces y sus ojos se abrieron como platos, sus grandes ojos heredados a los de su padre. No iba a llorar, no iba a recordar. No, ella debía, olvidar, ahora solo olvidar, si olvidar. ¿Dónde rayos esta el sacapuntas?

- ¿jugamos a algo? – preguntó Bandit volteando hacia Cherry, sus ojos aún irritados estaban dilatados, eran idénticos a los de su padre
- Vale, pero… ¿no tendrá que ver con el saca puntas?
- Eso depende de ti
- Bandit, mejor… otra cosa – Cherry abrió su mochila y sacó unos cuadernos con dibujos – en la mañana estuve pintando unas cosas y…
- ¿tienes miedo cerdita?
- No me llames así
- Es muy simple, la reina manda, ¿piedra papel o tijera?
- Pero… no metamos a Lily
- ¿Por qué? Es divertido
- ¡no lo es! – gritó Cherry zafándose de sus manos
- ¿me estas gritando?
- Ella no es como nosotras, aun juega con muñecas, es una niña
- Ni que fuera la primera vez que hace de esclava
- Mi mamá no quería que venga mas… no quiero que vuelva a pasar lo del hospital ¿lo entiendes?
- Tu vieja es una exagerada, la gorda de Lily solo rebotó un poquito
- Se golpeo fuerte, mi mamá se enojo conmigo, siempre me lo recuerda
- Y eso que no sabe que la tú la empujaste
- Yo…
- Venga Cherry, ¿piedra, papel o tijera?


Frank Iero abrió su mesita de noche y saco un coctel de pastillas dentro de un pequeño frasquito. Con la mano temblorosa destapo la botella, trago las pastillas y las paso con el agua. No tenia idea de cuanto tiempo había transcurrido desde que llamo su ex esposa, solo sabia que estaba oscureciendo y si no se daba prisa iba a ganarse un gran problema con ella. Salió de la habitación y se encontró en la cocina con Michael Pedicone en su silla de ruedas. Camino hacia el auto y casi tropieza con él.

- Lo sien…

Michael siguió con la mirada fija hacia el jardín sin parpadear. Frank avanzó hasta su camioneta donde Brando y 2 chicos nuevos de seguridad conversaban mientras tomaban una bebida energética. Frank se paro delante de ellos y sacó su celular, reviso sus correos y nada, no había ni un maldito correo de Gerard.

¿Hasta cuando iba a seguir con esa angustia?

Los hombres se quedaron mirando en silencio. Brando se acercó a su jefe quien estaba tiritando y lagrimeando.

- ¿Puedo ayudarlo en algo señor?
- Si… trae a Gerard, tráelo de donde lo tenga metido ese maldito loco
- Venga pase a la casa, necesita descansar
- No joder, tengo que encontrar a Gerard y… recoger a las niñas
- De acuerdo, iré por sus hijas, usted recuéstese un rato, le pediré a Pedro que le suba una manzanilla
- No quiero una jodida manzanilla, quiero a mi Gerard – dijo gimiendo
- Vamos señor, suba, aun no se recupera de la perdida de sus amigos, será mejor que descanse, yo iré por sus pequeñas ¿si? Dígame ¿Dónde están?
- No se, en clase, en el parque, oh mierda que no estén en el parque solas
- No creo que la señora Jamia las halla dejado en el parque solas, voy a llamar a preguntarle donde paso por las niñas
- No, Brando yo tengo que ir, me va a matar si no voy, esta menopaúsica ¿sabes?
- De acuerdo, déjeme ayudarlo a llegar al auto – dijo apoyando un brazo de Frank en su hombro, Brando tuvo que agacharse casi a la mirad de su cuerpo - trate de descansar en el camino – le dijo sentándolo – llamare a la señora para preguntarle donde recogemos a las niñas ¿si?

Frank se echo en el mueble del asiento trasero y se quedo entre dormido y despierto. Los antidepresivos y ansiolíticos que había ingerido empezaron a zapatearle la cabeza con Gerard adentro.
¿Seguirá vivo?
¿Por qué no se había comunicado hasta ahora?
¿Debería hacer algo?
¿Llamar a la policía? ¿Un detective privado? ¿Mandar a los chicos de seguridad?

Será mejor que no le cuentes a nadie que estuve aquí.

El encapuchado nunca se fue.
Había regresado.

Las camionetas de Ray Toro y Jeff Watson donde habían ido sus amigos a celebrar sus 40 años, habían aparecido por pedazos junto a los cuerpos de sus amigos en un acantilado rumbo a la carretera de Belleville. Los cuerpos estaban irreconocibles, la policía determino que los choferes y pasajeros de ambas camionetas habían estado totalmente alcoholizados y habían perdido el control del camino chocando entre sí, cayendo aparatosamente por el acantilado donde habían explotado.
El maldito lo había disfrutado.
La gasolina, el fuego, la explosión.
Arrastrar a Iero hacia ello, obligarlo a rosear gasolina sobre sus amigos, encender el cerillo.
Los ojos del encapuchado brillaban de emoción ante el espectáculo.

- ¿Señor, desea algo de la tienda de la gasolinera?

Frank saltó del susto y miró a su seguridad respondiendo segundos después de haber procesado la pregunta.

- No, gracias
- De acuerdo, iré por unas botellas de agua, Pedro se quedará en el auto con usted, por favor trate de descansar
- Deja de mandarme a descansar
- Lo siento señor – dijo Brando sonriendo paternalmente

Frank se echo nuevamente sobre el asiento y las imágenes volvieron a su cabeza. A penas llegaron a casa luego de la explosión, el encapuchado cavo una fosa en el jardín de la casa, metió el cuerpo de la enfermera y de los 2 tipos de seguridad mientras metía la manguera en la casa y tiraba lejía por todos lados para borrar los rastros de sangre.
Luego de ello lo besó hasta que poseyó el adolorido cuerpo de Iero, mientras le contaba todas las cosas que pensaba hacerle a Gerard por haberle cantado la serenata. El sujeto lo tuvo amarrado en la cama hasta que lo soltó en el crepúsculo donde no dejo de montarlo y desapareció de la misma manera que llegó.

- Volveré – le prometió – volveré por ti

Las manos de Frank taparon sus oídos dentro de la camioneta, es como si aún pudiera volver a oír al maldito ahí a su lado. Reviso nuevamente su celular y nada. Gerard seguía sin escribir. Sabía que no podía dejar de pasar ni un minuto más a Gerard a la merced de ese loco, no podía permitir que le haga todas esas cosas horribles que le había dicho, tenia que encontrarlo, pero ¿Dónde? ¿Dónde tenia que buscar?

- Llegamos – avisó Brando

Frank miró la casa donde la camioneta se había estacionado y sintió hormigas corriendo por todo su cuerpo.

- ¿Desea que lo acompañe señor?
- Estamos en casa de Gerard…
- La señora Jamia dijo que pasara por las niñas aquí

Frank bajo de la camioneta y caminó hacia la puerta por un sendero de arboles. Cerró los ojos y poso sus dedos sobre la puerta. Pensó en Gerard abriéndole la puerta antes que sus nudillos toquen la madera. Gerard jalándolo dentro de la casa, besándolo, diciéndole que no esta Lindsey y que las niñas iban a estar bien con Bandit, que se dieran prisa por que moría por estar con él.

- Al fin llegas – dijo Lindsey abriendo la puerta – no te dijo Jamia que era en un par de horas, ya pasaron 5
- Yo…
- Pasa ¿quieres?
- Las niñas hicieron algo, ¿Dónde están?
- Olvídate de tus engendras y escúchame… ¿Gerard te ha… escrito?
- Lo vi por video llamada en mi cumpleaños, me cantó y de ahí… - Frank comenzó a gimotear
- ¿lo viste? Dios mio, ¿realmente lo viste?
- No se nada de él, me estoy muriendo
- Oh mierda, oh carajo
- ¿Qué pasa? ¿Qué cosa sabes?
- Es que creo… creo saber donde esta
- De que demonios hablas ¿Dónde esta? ¡dímelo!
- Es que no estoy segura, es solo…
- ¡Dímelo Lindsey!
- ¿Gerard te hablo de donde lo tenían?
- Solo un sótano, creo que olía a cerezos, escúchame tenemos que encontrarlo, van a matarlo lentamente, no podemos…
- ¡Ya cállate enano! ¿Es que eres tan bruto que no te haz dado cuenta?
- ¿Qué? ¿Qué cosa Lindsey?
- Sótano, cerezos, Belleville, Gerard esta secuestrado en la antigua casa de sus padres.

Frank tuvo que sujetarse del hombro de Lindsey o caía al suelo. Como pudo ser tan idiota, como no pudo deducirlo el mismo. Si Gerard realmente estaba secuestrado ahí, Frank no iba a perder mas tiempo, iba a ir a sacarlo ahora mismo.