lunes, 23 de abril de 2012

Capitulo XXVIII


28





Jamia no podía dormir. Tenía una angustia atravesada en el pecho desde que sus hijas llegaron a casa. Frank las había dejado en la puerta y no había siquiera preguntado por ella. Según Cherry, parecía un poco alterado, se le veía nervioso, ansiosa a la espera de algo, que ella no terminaba de entender. Jamia se había resignado a que esa supuesta espera de Frank, no tendría que ver con ella, y una cama rota en Suiza. Algo le decía que posiblemente ese cerdo de Gerard tenía que ver en ello, pero no le importaba. No podía dejar de pensar en él.
Miro por la ventana, las estrellas iluminaban la habitación y la nostalgia la invadió por completo. ¿Por qué no salió a recibirlo cuando escucho el auto llegar? ¿Por qué tuvo que quedarse discutiendo con el idiota de David?
Ahora estaba echada en la misma cama que compartió con Frank tantos años.  Esa cama que tiene tantas anécdotas y ahora... es David quien duerme a su lado, haciendo esos ruidos molestos con la nariz toda la noche que no la dejaban dormir.
Frank ¿Pensarás en mí? Se preguntó y algo dentro de ella comenzó a alterarse más, un nudo gigantesco atravesado, una advertencia, sexto sentido, de esos que Frank siempre se burlaba cuando ella se los predecía, esta vez la tenía preocupada. Como si en esos momentos su ex esposo corriera peligro.
A su lado, David pasó la mano sobre su cintura y ella sintió que lo odió más que nunca. Si no hubiera estado discutiendo con él cuando las niñas llegaron. Ella podría ver salido a recibir a su ex marido, pedirle que la lleve con él, que se vallan juntos los cuatro lejos. O al menos, se hubiera asegurado de que llegue a su casa bien, sano y salvo.
Lentamente, retiró con cuidado la mano de su esposo, dejándola reposar sobre la cama.  Se levanto con cuidado y se puso la bata encima. Cuando salió de la habitación, se sintió liberada.
Camino hacia la sala, se recostó en el sofá y  se dejo caer pensando en Frank. ¿Por qué tenía esa angustia? Pensó en llamarlo, pero temía que si estaba durmiendo, quedaría en ridículo, al decirle que estaba preocupada por él.
Pero algo dentro de ella, la impulsaba a marcar el teléfono. ¿Y si el tipo de la capucha volvió? ¿Si en este momento estaba lastimándolo? La piel se le erizo y acercó el teléfono a sus manos.
Quizás, solo marcaría hasta escuchar su voz, y luego colgaría. No pasaba nada, el estaba bien y ella podría irse a dormir. Pero… ¿Y si era que ya se había encontrado con Gerard? ¿Si esa angustia se debía a que posiblemente ambos estén fornicando? Jamia intento borrar esos pensamientos de su mente, pero no pudo. Ese cerdo, ese maldito cerdo asqueroso. Lo más probable es que nunca estuvo secuestrado. Que este por ahí revolcándose con alguien, mientras su mujer aun lo llora y Frank… sigue sufriendo por su culpa.
Sus manos se apretaron más al teléfono. Tenía que llamarlo, necesitaba al menos escuchar su voz. Así que marcó el celular de Frank, pero este de inmediato le dio al buzón de voz.
Jamia se puso nerviosa. ¿Habrá apagado el celular porque estaba en la cama? ¿O porque…? No quiso terminar la frase mental, esta vez no sólo la piel se le escarapelo por completo, si no, también se puso a temblar.
Volvió a marcar el teléfono, pero esta vez a la casa de campo de Frank donde se había quedado recluido todo este tiempo en el que supuestamente ese cerdo había muerto. El teléfono comenzó a sonar, una, dos, tres veces y al fin contestaron.

-          ¿Frank?
-          ¿Señora Jamia? ¿Puedo ayudarla en algo?
-          Brando… ah si, llamo por Frank – dijo Jamia sin poder quitar la angustia de su voz
-          ¿Desea que pase a recogerlo?
-          ¿Cómo? ¿Acaso no está en la casa?
-          No, pensé que seguía con Ustedes

El nudo en su pecho cada vez se hizo más grande. ¿Dónde estas Frank?

-          No esta aquí…
-          Entonces ya debe estar llegando a la casa, voy a comunicarme con él ¿Si?
-          Su celular esta apagado… ¡Pero Brando cómo lo dejas salir solo!
-          Salió manejando la camioneta con sus hijas, atrás venía la custodia de las chicas, dijo que era suficiente para ellos, que nos quedáramos cuidando al Señor Pedicone
-          ¡Y tú le haces caso!
-          Tranquilícese señora, llamaremos a sus amigos, seguro saben de él
-          ¡Pero de que amigos hablas! ¡Todos están muertos! Dios mío, que el no este muerto… - dijo Jamia con la voz gangosa
-          Saldré a buscarlo en este momento, por favor, quédese tranquila

Jamia se echo a llorar con el auricular en la mano. Brando empezó a hablar con Pedro a su lado, pidiéndole que aliste el auto. Jamia sintió una leve punzada en el pecho que cada vez se hacía más rápida. ¿Dónde estas Frank? ¿Dónde?
En ese momento Jamia recordó la última conversación con su ex esposo. La casa de los Ways, la sangre en las manos de Mikey, el padre de Gerard alterado. ¿Había vuelto a la antigua casa de Gerard?  Algo le decía que sí. Frank estaba desesperado por buscar a Gerard. Lo más probable es que se halla mandado otra vez a la casa y…
Le pidió a Brando que no vaya a ningún lado, que la pase a recoger primero, que ella sabía a dónde ir a buscarlo. Cuando colgó, estalló en un llanto ahogado que cada vez le cerraba el pecho con punzadas constantes.
En veinte minutos apareció Brando y Pedro en otra de las camionetas de Frank. Jamia se había cambiado de ropa, y lucía más nerviosa que nunca. David no había notado su ausencia y eso era algo que la tranquilizaba. Lo ultimo que quería, era pelear con él, por lo que pretendía hacer. Buscar a su ex marido desaparecido.
En todo el tiempo de espera había marcado el celular de Frank, pero este seguía apagado.
Jamia subió a la camioneta y pidió que la llevaran a la antigua casa de Gerard. Ambos se miraron recordando la última vez que habían ido a parar ahí con su jefe.
Jamia siguió insistiendo con  su celular, pero este seguía muerto.
Cuando llegaron. La calle parecía desierta. Estaba oscura, parecía un vecindario fantasma.

-          Iré yo – dijo Jamia
-          Señora… mejor quédese, la ultima visita del Señor Iero a esta casa, no fue buena – dijo Brando
-          ¿Cómo?
-          Si, vera… el jefe se altero un poquito – dijo Pedro fingiendo una sonrisa

Brando bajo de la camioneta, mirando alrededor de la casa. Parecía estar vacía a excepción de que las ventanas de la sala estaban abiertas, y las cortinas bailaban con el viento. Acercó la cabeza a esta y se fijo que al fondo de la casa había una luz prendida. Camino hacía la puerta y tocó el timbre, sin dejar de mirar por el pasillo de donde venia la luz, pero no hubo ningún movimiento, a excepción de un sonido que creyó captar de lo lejos. Eran como susurros, ¿sollozos quizás?

-          ¿Hay alguien en casa? – preguntó Brando en voz alta - Soy Brando Rodríguez, personal de seguridad del Señor Frank Iero – insistió levantando más la voz.

En ese preciso momento, los sonidos de pequeños susurros cesaron y se escuchó el sonido de un golpe seco, seguido por otro estruendoso. Brando de inmediato, puso la mano en el arma que siempre cargaba con él y nuevamente gritó.

-          ¡Frank, estás ahí!

El sonido de unos pasos avanzando torpemente se acercó a él. Brando se acercó a la ventana y arrimo la cortina para poder ver el interior. Frank salió de la única habitación iluminada. Estaba desnudo, y cojeaba levemente. De inmediato Brando se acercó a la puerta y la tumbo de una patada. Cuando se acercó a su jefe, este se lanzo encima de él  como un niño pequeño y se colgó de su cuello.
Brando lo sacó de la casa cargado, con el arma en la mano sin dejar de mirar a la puerta. Mientras una silueta tambaleante salía de la luz y se acercaba hacía ellos. Jamia al ver que se acercaban. Salió de la camioneta y comenzó a gritar.

-          ¡Frank! ¿Está vivo? – preguntó Jamia desesperada
-          ¡Cálmese señora y suba al auto! – le gritó a Brando mientras esta subía temblando.
-          Tenemos que volver por Gerard  - dijo Frank con lagrimas en los ojos – por favor… tenemos que volver – insistía mientras Brando lo dejaba en el asiento trasero
-          ¿Por qué estas desnudo? ¿Qué demonios pasa?
-          ¡Tenemos que volver! – gritó Frank a Brando, ignorando a Jamia - ¡Por favor!
-          No, ¡Pedro arranca! – dijo Brando sentándose a lado de Frank
-          ¡Geraaaaaaaaaaaaaard! – gritó Frank forcejeando con Brando, intentando salir del auto
-          ¡Quédate quieto Frank! – le gritó Brando forcejeando con él
-          Frank, cálmate por favor – dijo Jamia – voy a llamar a la policía
-          Gerard… no quiere que llame a la policía – dijo Frank soltando a llorar

Brando lo jaló hacia él y Frank se echo encima suyo como un niño pequeño. Lloró todo el camino hasta la casa, sin decir una palabra más.
Los rayos de luz comenzaron a iluminar poco a poco la casa de campo de Frank, cuando al fin llegaron. Por un momento Jamia, no sabía que hacía ahí. Frank no había querido hablarle en todo el camino, se  había refugiado en los brazos de Brando llorando hasta quedarse dormido. Ella se sentía preocupada por el, ¿Qué hacia desnudo en la casa de los Way a esa hora? ¿Dónde estaba su ropa? ¿Qué demonios tenía que ver Gerard en todo esto? Brando lo subió a su habitación con Jamia siguiéndolos, le pusieron un pijama y lo metieron a la cama. Jamia lo miraba dormir. Su respiración inquieta. Sus parpados rojos, delatando las lágrimas que había derramado. Sus labios rojos. Hinchados.
Lentamente, levanto la yema de los dedos y comenzó a acariciarlos. ¿Algún día volveré a besarlos? Se preguntó. Estuvo acariciando su rostro, su frente, su cabello, sus labios hinchados, hasta que la mano se le durmió sobre el y ella se recostó a su lado, quedándose dormida. Cuando despertó y sintió su olor cerca, remonto tantas noches junto a él en esa cama, que sintió que estaba soñando. Cuando abrió los ojos, no lo vió a su lado. Lo busco por la habitación, y lo halló en un rincón. Estaba sentado con la computadora portátil en las piernas, mientras mordía sus manos.

-          ¿Frank? ¿Te encuentras bien?

Este no le respondía. Seguía mordiéndose las manos y mirando la pantalla de la portátil. Jamia se acercó a el y se sentó despacio a su lado. El no se movió, ni le impidió que se le acerque. Siguió en la misma posición, con la única diferencia es que Jamia noto que de rato en rato, su cuerpo temblaba y daba pequeños brincos.
Jamia miró la pantalla de la portátil de Frank y se vio con su correo abierto. Estaba lleno de mensajes de un tal Party Poison. Jamia recordó la época de la salida del cuarto disco de la banda de su esposo. Gerard se hacía llamar así. ¿El hijo de puta ese, lo tortura por correos?

-          Tengo que ver a Lindsey - dijo al fin Frank
-          ¿Qué paso ayer? Puedes explicármelo por favor
-          Necesito hablar con Lindsey – le dijo Frank a Jamia – por favor…necesito que me ayudes a hablar con ella, Gerard me dijo que la había visto
-          Frank, ayer saliste desnudo y temblando de la casa de Gerard
-          ¿Crees que no sé lo que ese hijo de puta de Mikey me hizo?
-          ¿Mikey? ¿El te ha…?
-          Jamia, si no me vas a ayudar, será mejor que te vayas a tu casa… las niñas deben estar preocupadas
-          Las llamaré ahora, lo prometo pero antes escúchame por favor, olvídate ya de esa familia de locos ¡Mira lo que te han hecho!
-         
-          Frank, lo más probable es que Gerard este muerto y que todo esto fue un juego de Mike. Por eso decía que no le digas nada a la policía, ¡Porque es él quien envía los correos! ¡Él es el tipo de la capucha! ¡El mató a su hermano!
-           ¡No! ¡Gerard está vivo!… ¡Yo lo vi!
-          Por Dios, no seas necio
-          Voy a la casa de Lindsey – le dijo con los ojos ardidos – Gerard puede estar ahí
-          Frank, si Gerard está ahí, si ese cerdo está vivo, es porque es cómplice en todo lo que te han hecho

Frank se quedó en silencio. Miro la pantalla de su portátil y nuevamente reviso los correos. Apretó mensaje nuevo y le escribió a Gerard. Cuando Jamia comenzó a protestar,  este le dijo que llame a sus hijas y que lo deje tranquilo. Frank pensó que si Jamia no lo acompañaba a casa de Lindsey, lo mejor sería es que se vaya de una vez. Lo único que hacía era decirle cosas horribles de Gerard.


Asunto: Que paso ayer?

Te espere y nunca llegaste, tu hermano se metió a la habitación y casi me mata! Me violo, quería secuestrarme, me escape, lo golpee en la cabeza, por favor Gerard, dime que estas bien!! Estoy yendo a casa de Lindsey, si estás ahí, por favor espérame te lo ruego…….xofrank



Frank se levantó del piso con cuidado y cerró la laptop. Le dolía el cuerpo terriblemente. No sé sentía así desde que el encapuchado…
A Frank se le erizo el cuerpo. Intentó sacar esas ideas de su cabeza y desconecto su celular de la pared que estaba cargando la batería y salió de la habitación. Jamia lo seguía, le decía que era mala idea ir a casa de Lindsey. Pero Frank, necesitaba ir. Necesitaba saber si Gerard estaba ahí, si seguía vivo o… Mikey lo había matado y por eso no había acudido a la cita. Recordó la camiseta blanca ensangrentada y le entraron ganas de gritar.


Al enrumbó en la camioneta con Jamia y su seguridad a casa de Lindsey. Lo primero que vieron al llegar a casa de Lindsey, fueron las patrullas de policía en la puerta de la casa, junto con un cordón de seguridad amarillo que impedía el pase. Frank sintió que había vivido esta escena antes. Las patrullas de policía, el cordón en su casa. El siendo sacado en una ambulancia. El encapuchado lo había visitado, lo había querido matar. A Frank se le erizo todo el cuerpo.

-          ¿Qué rayos paso? – preguntó Jamia
-          El encapuchado… Jamia han matado a Gerard
-          Dios mío…

Apenas se estacionó el auto. Frank bajó corriendo hacía la casa. No le importó cortar el cinturón de seguridad, ni que la policía comenzara a seguirlo a gritos. El necesitaba entrar, necesitaba verlo con sus propios ojos. Por eso no había acudido a la cita. Mikey lo había matado. El maldito lo había matado. Esa camiseta ensangrentada era de Gerard. Esa había sido su sangre. Cuando puso un pie dentro de la casa, se fijo que había un grupo de policías buscando huellas por todas partes. Un par de forenses bajaron las escaleras con unos maletines en la mano y batines blancos puestos. El cuerpo de Gerard tenía que estar arriba. Corrió al segundo piso, empujando al los hombres que bajaban y se metió al pasadizo donde la única puerta abierta era la del baño. Los ojos empezaron a escocérsele. Su cuerpo empezaba a perder estabilidad.
Caminó hasta el umbral de la puerta, y comenzó a sentirse mareado.
Podía oler la sangre desde la entrada.
La habitación estaba bañada en sangre. El suelo, las paredes, el espejo de baño, la bañera… sobre todo la bañera que chorreaba un líquido rojo que lo mareaba.
Una mano inerte, pálida, sangrante, salía por encima de esta. Cuando dio un paso más,
Vio un mechón de cabello negro sobre salir.

-          No, Dios, no, por favor…. – chilló Frank casi perdiendo el equilibrio

Fue ahí cuando miró al cadáver que reposaba en la bañera.
No era Gerard.
Era Lindsey Way.

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Capítulo escrito a honor de Arthur Mitchell (Trinity Killer en Dexter)
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¡FALTAN 4 CAPÍTULOS PARA EL FINAL!

sábado, 7 de abril de 2012

Capitulo XXVII

27




La comida que le había servido Brando seguía intacta en la mesa. No había ni mirado el plato. Michael Pedicone estaba a su lado en la silla de ruedas junto a la nueva enfermera quien intentaba darle papilla en la boca. Michael salivaba como un bebé y la echaba de su boca, manchando el babero que tenía puesto. Frank no lo miraba, no le hablaba, ni lo había saludado. Su cabeza seguía ahí. En Belleville, junto a Gerard, a Gerard con Lindsey, a ellos juntos, follando, haciendo el amor con ella por que contigo todo solo es sexo, puro sexo, una calentura y ya ¿lo entiendes?
Brando se sentó a lado de Frank y lleno la cuchara con comida, lo miró y sonrió, siempre se reía de él, toda la vida se había reído de él, de sus actitudes infantiles, de sus berrinches, de sus escenitas coléricas por que las cosas no salían como él quería, por que no hacían lo que él decía, por que Gerard lo dejaba esperándolo desnudo a un cuarto de hotel y luego de que Brando escuchará como se rompían las cosas por dentro, entraba, lo metía a la ducha, lo vestía y arrojaba a la camioneta dejándolo llorar todo el camino de vuelta a casa.

-        Haber, abre la boquita – le dijo Brando acercando la cuchara a los labios cerrados, refunfuñados de Frank

Frank abrió los labios dispuesto a mandarlo a la mierda, pedirle que no lo joda, que se vaya a limpiar el auto, el orto, lo que mierda quiera, quizás cogerse a la nueva enfermera que tenía tetas grandes y cada vez que Pedicone botaba la comida daba saltitos haciendo que sus grandes tetas se muevan, pero lo que recibió apenas abrió los labios fue un pedazo de puré con arroz que Brando le metió con tal fuerza, que un par de granos de arroz se metieron en la nariz de Frank.
Este tosió, boto la comida al piso escupiéndola, escupiendo a Brando quien se mataba de risa y no soltaba la cuchara por nada.

-        ¡Como te atreves infeliz!
-        Siéntate Frank, no comes hace días
-        ¡Eso no es cierto! ¡tome desayuno con mis hijas!
-        Eso fue el jueves… estamos domingo, no sé como sigues de pie
-        ¡Vete a la mierda mentiroso! ¡Eres un hijo de puta! ¡Debería despedirte! ¡Eso haré, si! ¡Estás despedido! ¡Fuera de mi casa! ¡Fuera!


Frank gritó con tanta fuerza que su voz sonó débil y rasposa a la vez en los últimos aullidos. Brando limpio su ropa con una servilleta y se acercó a Frank quien estaba pálido, parecía que en cualquier momento fuera a desplomarse. Lo hizo sentar y le dio la cuchara en la mano. Frank la cogió de mala gana y removió la comida. ¿Qué estará haciendo Gerard en este momento? ¿Estará con ella? Si, se la esta cogiendo mientras tu remueves ese puré de papas con arroz. Trago una cuchara y estuvo a punto de escupir la comida. ¿Por qué no quería verlo? ¿Por qué? Se sobó los ojos con fuerza, por un momento creyó que estaba soñando todo esto, que él estaba en estos momentos con Gerard, en sus brazos, a su lado, por siempre, para siempre. Pero no, estaba en su casa, sentado en la mesita de la cocina intentando comer puré de papas con arroz frente a Michael Pedicone quien balbuceaba la papilla sin tragarla completamente. Pobre Michael. Frank se le acercó y lo acarició, lo tenía tan olvidado. A veces pensaba que quizás… sería mejor llamar a su ex esposa, a sus padres, a sus hermanos, a alguien que pueda darle mas atención de la que recibe en su casa, pero por otro lado, recordaba a Michael renegar de su familia, de todo el dinero que le quitaron, de su ex esposa botándolo de la casa al enterarse que se veía a escondidas con Frank. Mejor aquí ¿verdad Michael? Michael tenía el único ojo bueno perdido, el otro escondido tras una carnosidad, algo mal cocido, quizás con cirugía, quizás… pero él no podía hablar, quizás jamás podría volver a hacerlo, jamás caminaría, nunca más lo besaría ni le haría el amor. Frank sintió una nostalgia infinita. Lo abrazó y beso su mejilla, te quiero le susurró. Michael no se inmutó. Frank volvió a su asiento y comió un par de cucharas de comida. No tenía hambre de comida, tenía hambre de amor, de Gerard, del amor de Gerard, ese amor que él le negaba. ¿Por qué? Es algo que se ha preguntando todos estos días en casa, arrastrándose por las paredes llenas de su olvido. ¿Por qué Gerard, por qué?
El sonido de un auto acercándose a la casa, sacó a Frank de sus pensamientos. Por un momento pensó que podía ser Gerard. ¡Quiere darme una sorpresa! ¿Por eso no quería que vaya a verlo? Corrió hacia el jardín y vio el auto acercarse. Cruzó los dedos para que sea él, corrió hacia la camioneta que se acercaba y alzo los brazos desesperadamente,  hasta que se dio cuenta que era su propia camioneta.
Frank se arrodilló en el jardín y comenzó a arrancar el pasto. ¿Por qué no puedes ser tú Gerard? ¿Por qué?

-        ¡Papi!

Frank levantó la cabeza y vio a Lily bajar de la camioneta. Traía un vestido rosado y una cartera blanca a juego con sus zapatos, parecía una muñeca de porcelana gordita. Frank trató de sacar a Gerard de su cabeza por un momento, pero no pudo, se acercó a su hija, la abrazó y la llenó de besos. Como la extrañaba, su linda Lily, su preciosa hijita-

-        ¿Haz venido sola mi amor? – le preguntó acariciándole el cabello que traía una colita con una cinta blanca
-        No, también vino Cherry – dijo mirando hacía la camioneta - dale un tiempo, ya bajará – le dijo sonriendo mientras entraba a la cocina y veía la mesa con los platos servidos de comida - ¿Qué comes papi?
-        Puré con arroz, sírvete un poco mi vida
-        Gracias papito – dijo Lily

Frank avanzo hacía la camioneta y vio a su hija dentro. Ella al percatarse de la presencia de su padre, tímidamente levantó el mechón de cabello que tapaba su rostro y lo miró. Él se acercó a ella y le dio la mano para bajar, Cherry con cuidado salió de la camioneta sin acercarse mucho a él, traía una mochila en la espalda, los brazos cubiertos y los ojos hinchados. Cuando Frank la vio sintió que se veía en un espejo. Su hija lucía pálida y esquelética, el rostro de la niña feliz que en algún momento corrió desde esa entrada a abrazar a su padre, había desaparecido, ahora no parecía su Cherry, era como una copia mal echa, un dibujo oscuro y triste, uno de esos dibujos espeluznantes de Bandit. Si, en eso se había convertido Cherry. Era un horrible dibujo de Bandit, así cómo él era una copia de algún dibujo cruel de Gerard.
Frank se acercó a Cherry y la abrazó, sintió que tenía la culpa del estado de su hija. Volvió a preguntarse ¿en que momento había pasado todo esto? Camino a su lado abrazándola, entrando a la casa. Lily traía un platito con puré y arroz en la mano y se había sentado junto a Pedicone. Ella le contaba sobre la nueva colección de unicornios de porcelana que había conseguido. Michael seguía con el ojo vivo perdido, pero a Lily eso no le importaba. Le caía bien Michael, le daba mucha pena verlo así, sentía que si le hablaba lo ponía feliz.
Frank se acercó a Lily y besó su frente, se sentía feliz por la ternura de su hija. Le dijo que hablaría un ratito con Cherry que ya volvía. Lily asintió sin darle mucha importancia, siguió comiendo su puré y dándole un monologo a Michael mientras su padre entraba a la salita de televisión donde años atrás veían maratones de dibujos animados con su hermana que cada día se veía mas delgada. Pobre Cherry pensó, ¿Quién le manda ha enamorarse de la hija del malo del tío Gerard?
Cherry arrojó su mochila al mueble y se sentó sin mirar a su padre. Frank cogió las manos de su hija, estaban frías. Las apretó suavemente y acercó su frente a la de ella.

-        ¿Cómo te sientes hija?
-        Triste… ¿estas enojado conmigo verdad?
-        No mi amor, para nada
-        Es que ese día… te fuiste después del desayuno y…

Era cierto, luego de la discusión con el imbécil de David, se fue de la casa sin despedirse de sus hijas. No intentó comunicarse, se había olvidado de ellas. Todo por Gerard, todo por ese ingrato que se negaba a responderle los mensajes, que no había movido ni un dedo para verlo.

-        ¿peleaste con mama por mi culpa, verdad? – preguntó Cherry sacándolo de sus pensamientos
-        No hija, solo que llegó David y ya sabes
-        ¿Te estuvo molestando? Es un idiota, no le hagas caso
-        No, no le hare mas caso, perdóname Cherry, no sé donde tenía la cabeza, debí haberlas llamado, al menos despedirme
-        No importa, me alegra que no estés molesto conmigo
-         No mi amor, no podría estar molesto con ustedes, son lo mas preciado que tengo – le dijo abrazándola – te amo hijita, te amo tanto, no quiero verte mal – le dijo tocando suavemente sus antebrazos cubiertos
-        Lo siento papá, lo siento mucho – dijo Cherry llorando
-        No llores mi amor, ya paso, solo promete que no volverás a hacerlo, nunca más hija, por favor
-        Lo prometo – dijo Cherry abrazando a su padre – perdóname, soy una tonta, yo… me sentía tan sola, mamá no me entiende y tú estabas aquí, encerrado, apartado, pensé que nos odiabas, que nos culpabas de que Gerard ya no este contigo
-        No…
-        Cuando murió… quise acercarme a ti, pero me rechazabas, y me sentía tan mal, yo no tengo la culpa de que el halla muerto y tu estabas encerrado, Dios fue horrible…no quiero que pase lo mismo
-        No, todo… no pasará, lo juro
-        Bandit también cambio ¿sabes? Antes ella era… distinta, antes compartíamos todo, éramos grandes amigas, después, se volvió mala, perversa, yo… yo le hacía caso por que la quería, aun la quiero, pero… no creo que ella me quiera igual…
-        Cherry aún eres una niña
-        ¿una niña? ¿una mujer? Papá uno no elige de quien enamorarse ni cuando hacerlo, simplemente pasa y uno no puede escapar de eso
-        Lo sé…
-        Tú amas a Gerard, ¿acaso puedes hacer lo contrario? – preguntó Cherry, Frank titubeo, sus labios comenzaron a temblar
-        No – dijo con los ojos inundados en lágrimas
-        Papá… Bandit dice que los correos son una farsa
-        ¿Cuándo? – dijo mirándola
-        No sé, hace unas semanas, cuando lo vi en tu computadora
-        ¿No haz hablando con Bandit en estos días?
-        ¿Después de lo que me hizo? Al quedarse callada me culpo de todo
-        ¿Entonces no han hablado?
-        No, la llamé pero me envió un mensaje de texto diciéndome que su madre le prohibió hablarme y que la espere… ¿puedes creerlo? ¡Que la espere!
-        Se apellida Way, puedo creerlo cariño
-        Papá ¿Por qué insistes con Gerard después de todo lo que te ha hecho?
-        Oye… soy consiente de Lindsey, yo…
-        No me refiero a Lindsey, tú sabes de lo que te hablo
-        Yo…
-        ¿Quieres que te recuerde lo cruel que ha sido contigo? ¿con nosotras?
-        Cherry, no fue siempre, mira el pasaba por un mal momento
-        Mal momento… si claro, ¿sabes papá? Preferiría que Gerard este muerto para que así deje de lastimarte

No.
Gerard no lo lastimaba.
El solo la pasaba mal, vamos Lindsey lo jodía tanto, Bandit era una caprichosa y Frank siempre paraba ocupado con sus hijas, con Jamia, con sus perros, con la banda, los negocios, con todo…
Frank le sonrió a Cherry, le dijo que no pasaba nada, que mejor vayamos a buscar a Lily, veamos televisión, como antes mi amor, una maratón de dibujos animados, los tres, podían preparar canchita y después hacer chistes, una competencia de chistes, si eso. Y claro podían sacar las guitarras para ellos y Lily podría cantar.
Los tres pasaron una tarde como las de antes. Uno de esas que hace mucho no tenían juntos. A excepción de que la mente de Frank no estaba presente del todo, una parte de esta junto a una parte de su corazón estaba en Belleville con Gerard. ¿Qué estará haciendo ahora?
A escondidas le volvió a enviar un e-mail a Gerard. Quiero verte, le dijo.
A las seis de la tarde, Jamia llamó a las niñas para que regresen a casa. Ambas se pusieron tristes de no pasar la noche en casa de su padre, habían tenido un día tan lindo que lamentaban que se halla terminado. Frank para tratar de compensar que ya no viva con ellas, manejó hasta la ciudad solo con ellas a pesar de la protesta de su seguridad personal que quería acompañarlo, y las llevó de vuelta a casa. Cuando al fin llegaron, le sorprendió que Jamia no lo recibiera en la puerta con uno de sus vestidos cortos y apretados, pensó que quizás siguiera avergonzada por el asunto de la cama de Suiza, o quizás el imbécil de David estaba por ahí y quería evitarse un nuevo pleito entre ambos.
Frank abrazó efusivamente a sus hijas y las lleno de besos. Les dijo que las amaba, que eran lo más importante para él, que nunca olvidaran eso.
Cuando las niñas entraron, le entro escalofríos, como si esa fuera la última vez que viera a sus hijas. Dos minutos después, Gerard le escribió.

Asunto: RE: Quiero verte

Mi amor, lamento no haberte contestado antes. Ven esta noche y espérame en la habitación de invitados.
Te amo.
G.


Frank sintió que el corazón se le salía del pecho. ¡Gerard le había escrito! Le había dicho mi amor, se había disculpado y… ¡Quería verlo esta noche! Frank sintió que se iba a desmayar.  ¿Realmente iba a verlo? ¿Iba a ir a Belleville? Si, si iba a ir, Gerard quería verlo, y a él no le importaba nada más que eso. Al diablo con las manos ensangrentadas de Mikey, del rostro furioso de Donald, del encapuchado que posiblemente este merodeando la casa, esperándolo para matarlo.

Asunto: RE: Quiero verte
 Estoy en camino, me muero por verte mi amor!!!
XO
F


La lluvia había empezado después de dejar a sus hijas en casa de Jamia. Frank manejo despacio hasta la casa de infancia de Gerard. Estuvo pensando en todo el camino que sería lo primero que le diría al verlo: Te amo, te extraño, vámonos a mi casa, casémonos en Las Vegas. No, no tenía idea que decirle, ya lo sabría cuando lo viera. ¡Lo iba a ver!
Cuando llegó, las luces estaban apagadas en toda la casa, a excepción del pórtico. Ahí fue donde pensó ¿Por qué le dijo que lo espere en la habitación de invitados?
Frank estacionó frente a la casa y bajo tembloroso. ¡Se moría de nervios! Camino despacio hasta llegar a la puerta y miro las cortinas de las ventanas. No había movimiento. No se veía luz, las cortinas taponeaban todo. Sacó su celular y le escribió a Gerard.

Asunto: RE: Ya llegue!
Ábreme mi amor!!!


Espero uno, dos, tres, diez minutos, pero nadie abrió. Quizás Gerard no estaba conectado en ese momento. Era mejor tocar el timbre y guardarse las lágrimas que le aguaban los ojos en ese momento por esperar en vano. Así que, se las seco lo mejor que puso y puso el dedo sobre el timbre. ¿Gerard le abriría? ¡Si, que sea él! ¡Por favor, que sea él! Unos segundos después, se escucharon pasos acercándose. Frank sin darse cuenta paso su mano por el cabello y se lo acomodo lo mejor que pudo. Luego miró su ropa y empezó a quitarse las pelusitas que le había dejado Geezy.

-        ¿Si? – preguntó una voz conocida detrás de la puerta
-        Soy Frank – dijo tembloroso  – Frank Iero

La puerta de abrió y Donna Way apareció. Usaba una bata negra larga y en una mano tenía una botella de wiski. ¿Habían estado celebrando? ¡Pero Gerard ya no bebía! Maldita vieja loca, siempre con la botella en la mano tentando a su hijo.

-        Hola Donna
-        Frank ¿Qué te trae por aquí?
-        Si, verá… quede en verme con su hijo aquí, Dios ¿puede creerlo? Yo no voy a creerlo hasta verlo – dijo Frank sonriente

Donna levanto una ceja y movió los labios. Dio un sorbo de la botella e hizo una mueca horrible que parecía una sonrisa torcida, una igual a la de Mikey. Frank pasó saliva y siguió a Donna dentro de la casa. Cuando llegó a la sala le dieron ganas de gritar ¡Gerard ya llegué! Como antes, pero se contuvo. Miró el mueble de la sala, los discos platino de Gerard en las paredes, los posters de alguna de sus presentaciones, las fotos…

-        ¿Quieres un trago? – preguntó Donna

Frank no le prestó atención a Donna y camino alrededor de la sala, oliendo la casa, oliendo la esencia de Gerard en ella. Él estaba en todas partes ¡En todas! Se acercó a uno de los posters, 2004 decía. Gerard lo abrazaba y miraba a la cámara, Frank también lo abrazaba, pero lo miraba a él. Su olor… volvió a aparecer…
Donna sacó un cigarrillo y lo prendió. Inhaló y exhaló sin quitarle la mirada de encima.

-        Lo esperaré en la habitación de invitados
-        ¿Cómo? – preguntó
-        ¿Frank?

Dios mío.
¿Gerard estaba detrás de él?
Frank volteó emocionado y se dio cuenta de que era Mikey quien le había hablado. Estaba de pie a su espalda con esa horrible sonrisa torcida en el rostro. Frank de inmediato miró las manos de Mikey. No tenían sangre. Estuvo a punto de salir corriendo de ahí, pero tenía que ver a Gerard. Intentó ponerse fuerte, no podía ponerse nervioso, de ninguna manera podía orinarse delante de él como antes. ¡No! ¡Eso había acabado! Pero por si acaso apretaba la entrepierna…

-        ¿Qué haces aquí? – preguntó Mikey
-        Vengo a ver a Gerard

Mikey lo miró con el rostro inexpresivo sin decirle nada. Frank estuvo a punto de gritarle y golpearlo fuertemente sin razón alguna, pero entonces recordó a Gerard. Le dijo que lo espere en la habitación de invitados y eso iba a hacer. ¿Pero como rayos iba a llegar ahí?

-        Bueno iré a la habitación de invitados, permiso – dijo Frank
-        ¿Para que irás allí? – dijo Mikey
-        No quiero hacer ningún escandalo ¿de acuerdo? Yo esperaré ahí a Gerard, ustedes pueden seguir con su vida, olvídense que estaremos ahí ¿Ok?
-        Déjalo – dijo Donna al ver que Mikey había abierto la boca – deja que espere ahí a su amante y ven amor, sírveme otro trago

Mikey miró a su madre y a Frank quien tenía las piernas apretadas como si estuviera conteniéndose de ir al baño. Sonrió y volvió con su madre sirviéndole un trago.
Frank corrió hacia el baño y evacuó todo lo que estuvo a punto de soltar delante de Mikey. Se miró en el espejo y se echo agua en el cabello, se peino con los dedos y siguió sacándose las pelusas de Geezy de la ropa. ¿Gerard estaría en casa? Estaba tan nervioso que por poco se ponía a gritar el nombre de Gerard por toda la casa. ¿Cómo rayos se quitaba el temblor? Le entraron nuevamente ganas de orinar y se puso a evacuar. Cuando terminó, se le vino una idea. ¿Y si se…? Siempre que se tocaba se le quitaban los nervios, claro, excepto el día que apareció el encapuchado y…
Frank volvió a evacuar sin permiso mojándose la mano. Mejor no arriesgarse, estaba en Belleville, ese loco seguro estaba merodeando por aquí, si es que no estaba ya en la casa. Así que se lavo las manos y salió del baño. En la sala, se escuchaba a Donna cantar. Frank no le hizo caso y entró a la habitación de invitados. Prendió la luz y se sintió en el 2002 cuando la conoció por primera vez. Pequeña pero acogedora, como tú, le había dicho Gerard esa vez. Frank sonrió y se sentó en la cama, sacó su celular y le escribió a Gerard.

Asunto: Ya estoy dentro
Seguro no estas conectado, estaba pensando en ir tu antigua habitación ¿ahí estas? Bueno, no quiero molestarte, te espero aquí ¿si? no tardes mi amor. Te amo!!!!

Envió el e-mail y se echó en la cama. Falta poco para que venga, seguro Donna ya le avisó, o hasta Mikey, aunque no, Mikey definitivamente no le ha avisado. Hasta ahora no podía creer que Mikey había estado enamorado de él todos estos años. ¿Cómo hizo para guardárselo? Nunca le hablaba, y si lo hacía era para pedirle acordes, darle mensajes de Gerard, o pedirle que le ayude a cargar algo por que el debilucho nunca podía.
Frank miró su celular. Gerard no le había contestado aún. Se fijo en la hora, eran las 10:00pm ¿tan tarde? Jamia había llamado a las 6, el viaje a la ciudad demoró casi 2 horas ¿o fue menos? Ya no se acordaba, solo sabía que eran las 10 de la noche y Gerard no aparecía aún.
Se recostó un poco en la cama con la mirada fija en la puerta que seguía abierta. ¿Y si la cerraba? ¿Si apagaba la luz y lo esperaba desnudo como antes? Frank se rio por debajo. La idea no estaba nada mal. Así que se levanto de la cama y cerró la puerta. Miró la habitación iluminada y se fijo que tenía un poco de polvo por todos lados. ¿Y ahora como sacaba todo esto? Se puso a buscar en la mesita de noche, algo con que limpiar, pero solo encontró papeles. Puso la cabeza debajo de la cama haber si encontraba algo y vió una camiseta blanca. La sacó y la pasó por la mesita de noche, sacudió la cama y las paredes. Cuando terminó tiró la camiseta al piso para meterla debajo de la cama donde la había encontrado. Fue ahí donde se dio cuenta de que estaba manchada de sangre. Frank dio un gritillo. Pateó la camiseta y abrió la puerta de  la habitación. ¿Qué había sido eso? ¿De quien era esa sangre? La voz de Donna ya no se escuchaba en la sala, toda la casa estaba en silencio y a oscuras. Frank sintió ganas de salir corriendo de ahí, pero su celular comenzó a vibrar.


Asunto: Espérame en la cama

Desnudo.

Frank guardó el celular en su bolsillo y se metió a la habitación. Quizás no era sangre, se dijo, quizás es tomate, pintura, jugo de fresas, cualquier cosa, pero no sangre. Cerró la puerta y se echo en la cama. Quería desnudarse para Gerard, pero… tenía miedo, esa camiseta le había dado miedo. Sacó su celular y le escribió a Gerard.


Asunto: RE: Espérame en la cama

Amor, estoy un poco asustado, la semana pasada tu hermano tenía las manos ensangrentadas y ahora vi una camiseta con sangre debajo de la cama. Todas las luces están apagadas, ¿Dónde estas tú? ¿Por qué no haz venido aún?

Dos minutos después, Gerard le respondió.

Asunto: No te asustes

Ah, Mikey y sus pinturas. Esta dibujando cuadros, debe ser pintura. Ya voy, si? quizás demore un poco, pero ahí estaré. Te amo!
G.

Frank se agachó debajo de la cama y sacó la camiseta. ¿Era pintura? La miró un buen rato y pensó que quizás, si era… que sus nervios lo hacían ver otra cosa. Regreso la camiseta a su escondite y cerró la puerta de la habitación. Sentía frío, así que decidió quitarse la ropa dentro de la cama, para permanecer abrigado para Gerard. Se desnudo y se acurrucó bien a su espera. Pero pasaban los minutos, las horas y nada… Gerard no aparecía. En algún momento, el cansancio del día lo venció, y se quedó dormido. Fue ahí, cuando la puerta se abrió y él apareció.
Al comienzo, Frank no se dio cuenta, pero cuando sus suaves manos tocaron su desnudez, sintió que ahí mismo se iba a morir de amor.

-        ¿Gerard?
-        Shh… - le susurró
-        Mi amor… mi vida

Sus labios fríos se posaron sobre los de Frank, quien no podía creerlo. ¿Acaso seguía dormido? Cuando sus labios fueron mordidos, Frank supo que no. Que estaba despierto, que ahí estaba Gerard, besándolo, tocando su cuerpo desnudo, haciéndolo estallar en deseo.

-        Te amo – dijo Frank
-        Yo también – le susurró en el oído

Cuando Frank tocó el cuerpo de Gerard, se lleno de alegría, pero  ala vez de tristeza. Lo sentía delgado, muy delgado, como lo vio por la cámara. Ya no era el gordito que conoció hacia más de 20 años. Ahora al tacto, Frank sentía alguno de sus huesos. Él se percato de esto, y suavemente retiro las manos de Frank de su cuerpo y las puso detrás de la cabeza de Frank, y comenzó a pasar su lengua por todos los rincones del cuerpo de Frank quien no hacía más que gemir de placer. Cuando lo penetró, Frank estaba tan excitado que no se dio cuenta del condón que tenía puesto su amante, y solo se puso a gemir tan fuerte de placer, que temió despertar a Donna, o quizás hacer que el idiota de Mikey entre a molestarlos.

-        No sabes cuanto tiempo eh esperado esto – dijo Frank mientras sentía dentro cada vez mas rápidas las embestidas

Él no le contesto. Continúo penetrándolo cada vez mas rápido, hasta que ambos terminaron rendidos a la vez, en un orgasmo que pareció infinito. Frank se tumbo sobre el pecho de su amante y acercó la mano de Gerard para besarla.

-        Te amo, aun no puedo creerlo… pensé… por un momento pensé que no vendrías

Esta vez tampoco recibió respuesta una palabra, pero si besos, muchos besos en el cuello, en el pecho. Frank sintió el miembro de Gerard nuevamente duro entre sus muslos.

-        Dale, ¿de nuevo? – preguntó Frank coqueto abriendo las piernas

Pero su amante suavemente sentó a Frank, se retiró el condón que tenía puesto y acercó su miembro en la boca de este. Frank lamió el sexo de su amante hasta que este lo retiró de su boca, para correrse afuera. Fue ahí, donde Frank sintió que algo iba mal.

-        ¿Desde cuando usas condón conmigo?
-        ¿Ah?
-        Te… corriste fuera… siempre te vienes en mi boca, ya sabes, no tengo problema

Frank en la oscuridad acercó su mano al rostro de su amante, pero este se alejó. Ahí se puso nervioso e intentó salir de la cama, pero este lo jaló y lanzó a la cama.

-        ¿Gerard? ¿eres tú? ¿Qué rayos pasa?
-        Cállate – le dijo
-        ¿Por qué?... solo dime

Frank intentó nuevamente ponerse de pie, pero otra vez fue lanzado sobre la cama, esta vez, el cuerpo de su amante se lanzó sobre este y comenzó a abrirle las piernas.

-        Gerard… ¿eres…? Tranquilo, yo solo…
-        Shhh – susurró, mientras le abría las piernas a Frank
-        Me estas lastimando – dijo Frank al borde de las lagrimas
-        Gerard me dijo que te gustaba duro – le dijo la voz.

Frank abrió los ojos como plato y despertó totalmente. ¿Quién era? ¿Quién? Intentó zafarse, pero no pudo. El sujeto era delgado, pero fuerte y ya estaba dentro suyo otra vez, pero ahora lo hacía violentamente. Frank comenzó a gritar, pero este le tapo la boca y lo volteó apoyando su cara contra el colchón, dificultando su respiración.

-        Gerard, es lo único que sabes decir ¿no?
-        Skdjfksdsuelltksnflsmee
-        ¡Aquí tienes a tu Gerard! – gritó penetrándolo con fuerza

El cuerpo de Frank se zarandeaba sobre la cama cómo si fuera un muñeco de trapo. Cuando al fin, este termino dentro de él. Frank sintió que no solo caían de sus piernas el semen del tipo que lo había violado, si no que el dolor le indicaba que estaba sangrando.

-        No… Dios mío
-        ¡Todo es Gerard! ¿NO? ¡Todo siempre tiene que ser el jodido Gerard!
-        ¿Mmmmikey?
-        ¡Quien más! – gritó Mikey Way acercándose al interruptor y prendiendo la luz - ¡Vienes a mi casa en la noche con el cuento de Gerard, te metes a la cama desnudo y yo dije, bueno le seguiré el juego! ¡Como siempre le seguiré el juego! Y claro, me meto en la cama contigo y el juego sigue ¿no? ¡Sigues llamándome Gerard!
-        No, tú… los correos, Gerard me envió los correos
-        ¡Por favor!
-        ¿Tú enviaste los correos? Oh no, Dios mío, no… ¡Yo vi a Gerard! ¡Lo vi el día de mi cumpleaños! Puso la cámara, me cantó
-        ¡Estabas borracho! ¡Te emborrache!
-        No, yo lo vi ¡Gerard me cantó! – dijo Frank estallando en llanto
-        LOS MUERTOS NO RESUCITAN FRANK
-        No, no digas eso… yo lo vi ¡QUE LE HAZ ECHO!
-        Mejor preocúpate, por que lo que YO TE HARÉ A TI

Frank junto sus rodillas sobre la cama y las abrazó, mientras Mikey se acercaba a él con los ojos cargados de furia. Ahora entendía por qué al despedirse de sus hijas, sentía que esa sería la última vez que las vería.

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No falta nada para el final (: