28
Jamia no podía dormir. Tenía una angustia
atravesada en el pecho desde que sus hijas llegaron a casa. Frank las había
dejado en la puerta y no había siquiera preguntado por ella. Según Cherry,
parecía un poco alterado, se le veía nervioso, ansiosa a la espera de algo, que
ella no terminaba de entender. Jamia se había resignado a que esa supuesta
espera de Frank, no tendría que ver con ella, y una cama rota en Suiza. Algo le
decía que posiblemente ese cerdo de Gerard tenía que ver en ello, pero no le
importaba. No podía dejar de pensar en él.
Miro por la ventana, las estrellas iluminaban la
habitación y la nostalgia la invadió por completo. ¿Por qué no salió a recibirlo
cuando escucho el auto llegar? ¿Por qué tuvo que quedarse discutiendo con el
idiota de David?
Ahora estaba echada en la misma cama que compartió
con Frank tantos años. Esa cama que
tiene tantas anécdotas y ahora... es David quien duerme a su lado, haciendo
esos ruidos molestos con la nariz toda la noche que no la dejaban dormir.
Frank ¿Pensarás en mí? Se preguntó y algo dentro de
ella comenzó a alterarse más, un nudo gigantesco atravesado, una advertencia,
sexto sentido, de esos que Frank siempre se burlaba cuando ella se los
predecía, esta vez la tenía preocupada. Como si en esos momentos su ex esposo
corriera peligro.
A su lado, David pasó la mano sobre su cintura y
ella sintió que lo odió más que nunca. Si no hubiera estado discutiendo con él
cuando las niñas llegaron. Ella podría ver salido a recibir a su ex marido,
pedirle que la lleve con él, que se vallan juntos los cuatro lejos. O al menos,
se hubiera asegurado de que llegue a su casa bien, sano y salvo.
Lentamente, retiró con cuidado la mano de su esposo,
dejándola reposar sobre la cama. Se
levanto con cuidado y se puso la bata encima. Cuando salió de la habitación, se
sintió liberada.
Camino hacia la sala, se recostó en el sofá y se dejo caer pensando en Frank. ¿Por qué tenía
esa angustia? Pensó en llamarlo, pero temía que si estaba durmiendo, quedaría
en ridículo, al decirle que estaba preocupada por él.
Pero algo dentro de ella, la impulsaba a marcar el
teléfono. ¿Y si el tipo de la capucha volvió? ¿Si en este momento estaba
lastimándolo? La piel se le erizo y acercó el teléfono a sus manos.
Quizás, solo marcaría hasta escuchar su voz, y
luego colgaría. No pasaba nada, el estaba bien y ella podría irse a dormir.
Pero… ¿Y si era que ya se había encontrado con Gerard? ¿Si esa angustia se
debía a que posiblemente ambos estén fornicando? Jamia intento borrar esos
pensamientos de su mente, pero no pudo. Ese cerdo, ese maldito cerdo asqueroso.
Lo más probable es que nunca estuvo secuestrado. Que este por ahí revolcándose
con alguien, mientras su mujer aun lo llora y Frank… sigue sufriendo por su
culpa.
Sus manos se apretaron más al teléfono. Tenía que
llamarlo, necesitaba al menos escuchar su voz. Así que marcó el celular de
Frank, pero este de inmediato le dio al buzón de voz.
Jamia se puso nerviosa. ¿Habrá apagado el celular
porque estaba en la cama? ¿O porque…? No quiso terminar la frase mental, esta
vez no sólo la piel se le escarapelo por completo, si no, también se puso a
temblar.
Volvió a marcar el teléfono, pero esta vez a la
casa de campo de Frank donde se había quedado recluido todo este tiempo en el
que supuestamente ese cerdo había muerto. El teléfono comenzó a sonar, una,
dos, tres veces y al fin contestaron.
-
¿Frank?
-
¿Señora Jamia? ¿Puedo ayudarla en algo?
-
Brando… ah si, llamo por Frank – dijo Jamia sin
poder quitar la angustia de su voz
-
¿Desea que pase a recogerlo?
-
¿Cómo? ¿Acaso no está en la casa?
-
No, pensé que seguía con Ustedes
El nudo en su pecho cada vez se hizo más grande.
¿Dónde estas Frank?
-
No esta aquí…
-
Entonces ya debe estar llegando a la casa, voy a
comunicarme con él ¿Si?
-
Su celular esta apagado… ¡Pero Brando cómo lo
dejas salir solo!
-
Salió manejando la camioneta con sus hijas,
atrás venía la custodia de las chicas, dijo que era suficiente para ellos, que
nos quedáramos cuidando al Señor Pedicone
-
¡Y tú le haces caso!
-
Tranquilícese señora, llamaremos a sus amigos,
seguro saben de él
-
¡Pero de que amigos hablas! ¡Todos están
muertos! Dios mío, que el no este muerto… - dijo Jamia con la voz gangosa
-
Saldré a buscarlo en este momento, por favor,
quédese tranquila
Jamia se echo a llorar con el auricular en la mano.
Brando empezó a hablar con Pedro a su lado, pidiéndole que aliste el auto.
Jamia sintió una leve punzada en el pecho que cada vez se hacía más rápida.
¿Dónde estas Frank? ¿Dónde?
En ese momento Jamia recordó la última conversación
con su ex esposo. La casa de los Ways, la sangre en las manos de Mikey, el
padre de Gerard alterado. ¿Había vuelto a la antigua casa de Gerard? Algo le decía que sí. Frank estaba
desesperado por buscar a Gerard. Lo más probable es que se halla mandado otra
vez a la casa y…
Le pidió a Brando que no vaya a ningún lado, que la
pase a recoger primero, que ella sabía a dónde ir a buscarlo. Cuando colgó,
estalló en un llanto ahogado que cada vez le cerraba el pecho con punzadas
constantes.
En veinte minutos apareció Brando y Pedro en otra
de las camionetas de Frank. Jamia se había cambiado de ropa, y lucía más
nerviosa que nunca. David no había notado su ausencia y eso era algo que la
tranquilizaba. Lo ultimo que quería, era pelear con él, por lo que pretendía
hacer. Buscar a su ex marido desaparecido.
En todo el tiempo de espera había marcado el
celular de Frank, pero este seguía apagado.
Jamia subió a la camioneta y pidió que la llevaran
a la antigua casa de Gerard. Ambos se miraron recordando la última vez que
habían ido a parar ahí con su jefe.
Jamia siguió insistiendo con su celular, pero este seguía muerto.
Cuando llegaron. La calle parecía desierta. Estaba
oscura, parecía un vecindario fantasma.
-
Iré yo – dijo Jamia
-
Señora… mejor quédese, la ultima visita del
Señor Iero a esta casa, no fue buena – dijo Brando
-
¿Cómo?
-
Si, vera… el jefe se altero un poquito – dijo
Pedro fingiendo una sonrisa
Brando bajo de la camioneta, mirando alrededor de
la casa. Parecía estar vacía a excepción de que las ventanas de la sala estaban
abiertas, y las cortinas bailaban con el viento. Acercó la cabeza a esta y se
fijo que al fondo de la casa había una luz prendida. Camino hacía la puerta y
tocó el timbre, sin dejar de mirar por el pasillo de donde venia la luz, pero no
hubo ningún movimiento, a excepción de un sonido que creyó captar de lo lejos.
Eran como susurros, ¿sollozos quizás?
-
¿Hay alguien en casa? – preguntó Brando en voz
alta - Soy Brando Rodríguez, personal de seguridad del Señor Frank Iero –
insistió levantando más la voz.
En ese preciso momento, los sonidos de pequeños
susurros cesaron y se escuchó el sonido de un golpe seco, seguido por otro
estruendoso. Brando de inmediato, puso la mano en el arma que siempre cargaba
con él y nuevamente gritó.
-
¡Frank, estás ahí!
El sonido de unos pasos avanzando torpemente se acercó
a él. Brando se acercó a la ventana y arrimo la cortina para poder ver el
interior. Frank salió de la única habitación iluminada. Estaba desnudo, y
cojeaba levemente. De inmediato Brando se acercó a la puerta y la tumbo de una
patada. Cuando se acercó a su jefe, este se lanzo encima de él como un niño pequeño y se colgó de su cuello.
Brando lo sacó de la casa cargado, con el arma en
la mano sin dejar de mirar a la puerta. Mientras una silueta tambaleante salía
de la luz y se acercaba hacía ellos. Jamia al ver que se acercaban. Salió de la
camioneta y comenzó a gritar.
-
¡Frank! ¿Está vivo? – preguntó Jamia desesperada
-
¡Cálmese señora y suba al auto! – le gritó a
Brando mientras esta subía temblando.
-
Tenemos que volver por Gerard - dijo Frank con lagrimas en los ojos – por
favor… tenemos que volver – insistía mientras Brando lo dejaba en el asiento
trasero
-
¿Por qué estas desnudo? ¿Qué demonios pasa?
-
¡Tenemos que volver! – gritó Frank a Brando, ignorando
a Jamia - ¡Por favor!
-
No, ¡Pedro arranca! – dijo Brando sentándose a
lado de Frank
-
¡Geraaaaaaaaaaaaaard! – gritó Frank forcejeando
con Brando, intentando salir del auto
-
¡Quédate quieto Frank! – le gritó Brando
forcejeando con él
-
Frank, cálmate por favor – dijo Jamia – voy a
llamar a la policía
-
Gerard… no quiere que llame a la policía – dijo
Frank soltando a llorar
Brando lo jaló hacia él y Frank se echo encima suyo
como un niño pequeño. Lloró todo el camino hasta la casa, sin decir una palabra
más.
Los rayos de luz comenzaron a iluminar poco a poco
la casa de campo de Frank, cuando al fin llegaron. Por un momento Jamia, no
sabía que hacía ahí. Frank no había querido hablarle en todo el camino, se había refugiado en los brazos de Brando
llorando hasta quedarse dormido. Ella se sentía preocupada por el, ¿Qué hacia
desnudo en la casa de los Way a esa hora? ¿Dónde estaba su ropa? ¿Qué demonios
tenía que ver Gerard en todo esto? Brando lo subió a su habitación con Jamia
siguiéndolos, le pusieron un pijama y lo metieron a la cama. Jamia lo miraba
dormir. Su respiración inquieta. Sus parpados rojos, delatando las lágrimas que
había derramado. Sus labios rojos. Hinchados.
Lentamente, levanto la yema de los dedos y comenzó
a acariciarlos. ¿Algún día volveré a besarlos? Se preguntó. Estuvo acariciando
su rostro, su frente, su cabello, sus labios hinchados, hasta que la mano se le
durmió sobre el y ella se recostó a su lado, quedándose dormida. Cuando
despertó y sintió su olor cerca, remonto tantas noches junto a él en esa cama,
que sintió que estaba soñando. Cuando abrió los ojos, no lo vió a su lado. Lo
busco por la habitación, y lo halló en un rincón. Estaba sentado con la
computadora portátil en las piernas, mientras mordía sus manos.
-
¿Frank? ¿Te encuentras bien?
Este no le respondía. Seguía mordiéndose las manos
y mirando la pantalla de la portátil. Jamia se acercó a el y se sentó despacio
a su lado. El no se movió, ni le impidió que se le acerque. Siguió en la misma
posición, con la única diferencia es que Jamia noto que de rato en rato, su
cuerpo temblaba y daba pequeños brincos.
Jamia miró la pantalla de la portátil de Frank y se
vio con su correo abierto. Estaba lleno de mensajes de un tal Party Poison.
Jamia recordó la época de la salida del cuarto disco de la banda de su esposo.
Gerard se hacía llamar así. ¿El hijo de puta ese, lo tortura por correos?
-
Tengo que ver a Lindsey - dijo al fin Frank
-
¿Qué paso ayer? Puedes explicármelo por favor
-
Necesito hablar con Lindsey – le dijo Frank a
Jamia – por favor…necesito que me ayudes a hablar con ella, Gerard me dijo que
la había visto
-
Frank, ayer saliste desnudo y temblando de la
casa de Gerard
-
¿Crees que no sé lo que ese hijo de puta de
Mikey me hizo?
-
¿Mikey? ¿El te ha…?
-
Jamia, si no me vas a ayudar, será mejor que te
vayas a tu casa… las niñas deben estar preocupadas
-
Las llamaré ahora, lo prometo pero antes
escúchame por favor, olvídate ya de esa familia de locos ¡Mira lo que te han
hecho!
-
…
-
Frank, lo más probable es que Gerard este muerto
y que todo esto fue un juego de Mike. Por eso decía que no le digas nada a la
policía, ¡Porque es él quien envía los correos! ¡Él es el tipo de la capucha!
¡El mató a su hermano!
-
¡No!
¡Gerard está vivo!… ¡Yo lo vi!
-
Por Dios, no seas necio
-
Voy a la casa de Lindsey – le dijo con los ojos
ardidos – Gerard puede estar ahí
-
Frank, si Gerard está ahí, si ese cerdo está
vivo, es porque es cómplice en todo lo que te han hecho
Frank se quedó en silencio. Miro la pantalla de su
portátil y nuevamente reviso los correos. Apretó mensaje nuevo y le escribió a
Gerard. Cuando Jamia comenzó a protestar, este le dijo que llame a sus hijas y que lo
deje tranquilo. Frank pensó que si Jamia no lo acompañaba a casa de Lindsey, lo
mejor sería es que se vaya de una vez. Lo único que hacía era decirle cosas
horribles de Gerard.
Para: partypoison@gmail.com
Asunto: Que paso ayer?
Te espere y nunca llegaste, tu hermano se metió a
la habitación y casi me mata! Me violo, quería secuestrarme, me escape, lo
golpee en la cabeza, por favor Gerard, dime que estas bien!! Estoy yendo a casa
de Lindsey, si estás ahí, por favor espérame te lo ruego…….xofrank
Frank se levantó del piso con cuidado y cerró la
laptop. Le dolía el cuerpo terriblemente. No sé sentía así desde que el
encapuchado…
A Frank se le erizo el cuerpo. Intentó sacar esas
ideas de su cabeza y desconecto su celular de la pared que estaba cargando la
batería y salió de la habitación. Jamia lo seguía, le decía que era mala idea
ir a casa de Lindsey. Pero Frank, necesitaba ir. Necesitaba saber si Gerard
estaba ahí, si seguía vivo o… Mikey lo había matado y por eso no había acudido
a la cita. Recordó la camiseta blanca ensangrentada y le entraron ganas de
gritar.
Al enrumbó en la camioneta con Jamia y su seguridad
a casa de Lindsey. Lo primero que vieron al llegar a casa de Lindsey, fueron
las patrullas de policía en la puerta de la casa, junto con un cordón de
seguridad amarillo que impedía el pase. Frank sintió que había vivido esta
escena antes. Las patrullas de policía, el cordón en su casa. El siendo sacado
en una ambulancia. El encapuchado lo había visitado, lo había querido matar. A
Frank se le erizo todo el cuerpo.
-
¿Qué rayos paso? – preguntó Jamia
-
El encapuchado… Jamia han matado a Gerard
-
Dios mío…
Apenas se estacionó el auto. Frank bajó corriendo
hacía la casa. No le importó cortar el cinturón de seguridad, ni que la policía
comenzara a seguirlo a gritos. El necesitaba entrar, necesitaba verlo con sus
propios ojos. Por eso no había acudido a la cita. Mikey lo había matado. El
maldito lo había matado. Esa camiseta ensangrentada era de Gerard. Esa había
sido su sangre. Cuando puso un pie dentro de la casa, se fijo que había un
grupo de policías buscando huellas por todas partes. Un par de forenses bajaron
las escaleras con unos maletines en la mano y batines blancos puestos. El
cuerpo de Gerard tenía que estar arriba. Corrió al segundo piso, empujando al los
hombres que bajaban y se metió al pasadizo donde la única puerta abierta era la
del baño. Los ojos empezaron a escocérsele. Su cuerpo empezaba a perder
estabilidad.
Caminó hasta el umbral de la puerta, y comenzó a
sentirse mareado.
Podía oler la sangre desde la entrada.
La habitación estaba bañada en sangre. El suelo,
las paredes, el espejo de baño, la bañera… sobre todo la bañera que chorreaba
un líquido rojo que lo mareaba.
Una mano inerte, pálida, sangrante, salía por
encima de esta. Cuando dio un paso más,
Vio un mechón de cabello negro sobre salir.
-
No, Dios, no, por favor…. – chilló Frank casi
perdiendo el equilibrio
Fue ahí cuando miró al cadáver que reposaba en la
bañera.
No era Gerard.
Era Lindsey Way.
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Capítulo escrito a honor de Arthur Mitchell (Trinity Killer en Dexter)
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