domingo, 13 de mayo de 2012

Capitulo XXIX


29







El saco de papas rodó. Frank lo miraba con los ojos pasmados, estaba temblando. Con un pie, el encapuchado detuvo el saco y comenzó a presionar sobre este. Unos quejidos agonizantes venían de dentro. Frank quiso lanzarse sobre el encapuchado, pero ahí se dio cuenta de que estaba amarrado en una silla. No podía moverse de ninguna manera.

-        Por favor… - suplicó.

El encapuchado lo miró y presionó más fuerte el saco, donde la voz cada vez se hacía más tortuosa.

-        Déjalo en paz, te lo ruego – dijo Frank entre lágrimas

De su cinto, el encapuchado sacó un cuchillo y se puso de cuclillas frente al saco oscuro. De un tajo, rompió la atadura. Una temerosa y blanca mano salió de ahí lentamente. Estaba sucia, tenía sangre seca pegada, uno de sus dedos estaba doblado, como si estuviera roto. Poco a poco otra mano se fue acercando a la otra que movía los dedos con dificultad, los brazos desnudos empezaron a asomarse, un mecho de cabello y el rostro…

-        ¿Puedo ser la única esperanza para ti? – pregunta la voz dentro del saco

Apagón. Oscuridad. Silencio.
Una gotera cerca.
Luz. Mi casa en New Jersey. La última vez que vi a Gerard.
Abrazo mis abrazos.

-        ¿Papá?

Frank abre los ojos de golpe, su hija está frente suyo mirándolo de una manera extraña. A él le arden los ojos y se los frota. Sus manos se mojan de lágrimas. Tiene el rostro empapado de ellas.

-        ¿Te encuentras bien?

No sabe que responderle. No quiere mentirle, pero tampoco preocuparla más. Cherry se sienta a su lado y lo abraza. Él se deja abrazar un rato y luego también la abraza a ella.

-        ¿Cómo esta Bandit? – le pregunta terminando el abrazo
-        No ha querido comer nada hoy, tampoco quiere hablar… ya paso una semana
-        Lo sé
-        ¿Bandit se quedará con nosotros, verdad?
-        Quedé en hablar hoy con Alicia, ya veremos… - dijo levantándose del sofá.
-        ¿Papá?
-        ¿Si cariño? – dijo esquivando la mirada de su hija
-        Te quiero mucho, Lily y yo te queremos, te necesitamos ¿Lo entiendes?

Frank le regaló una sonrisa triste y salió de la habitación.

Llegó 10 minutos antes de la cita acordada.
Las manos le sudaban, los brazos le picaban, las piernas le temblaban, la cabeza le dolía, el corazón parecía salirse del pecho. Su sueño había sido tan real.
Intentó enfocar sus pensamientos a lo que había venido, pero solo conseguía revisar una vez más su celular y recordar aquel saco de papas. Una y otra vez más, repetirle ¿Puedo ser la única esperanza para ti? Quien lo viera pasar y supiera de él, no podría reconocerlo. Frank parecía un estropajo. Y no sólo por su ropa, sino porque su rostro parecía haber envejecido 10 años.  Nuevamente reviso su celular. Nada.
La camarera se le acercó y este le pidió un expreso doble y se lo tomó de un trago. A los cinco minutos, pidió otro más y lo acompaño con un queque. El tercero lo pidió solo por que aun no había ni probado el queque. Cuando pidió el cuarto, ella apareció.
Traía una pañoleta envuelta en la cabeza, que solo dejaba escapar su largo cabello negro que tapaba sus pechos. Usaba unos lentes grandes negros que escondían su rostro, junto a un pantalón y chaqueta negra. Su caminar era rápido, ansioso, mascaba un chicle furiosamente. Los tacones altos resonaban en el parquet del café cuando se acercaba presurosamente a la mesa, moviendo su cartera, haciendo sonar sus llaveros. Frank reviso una vez más su celular y paso saliva. Ella jaló la silla de enfrente, y se sentó moviendo las manos nerviosamente.

-        No puedo quedarme mucho tiempo - dijo Alicia Way con la mirada en sus manos, sus labios no estaban pintados, pero no era necesario, se veían rojos, hinchados, ¿Acaso estaban partíos?
-        ¿Te sientes bien? - le pregunto Frank al ver que ella temblaba un poco

Alicia bajo la vista y no dijo nada. Frank intentó no prestarle atención a su actitud. Total. Alicia siempre había sido una mujer extraña. Por algo se había casado con Mikey ¿No?

-        Ha pasado una semana desde que Lindsey…
-        ¿Quieres hablar de Lindsey?
-        No, no quiero hablar de ella. Alicia, Bandit necesita a su padre, cada día está peor, no habla, no come. Cherry está a su lado, la apoya, pero… no es suficiente… ¡Necesita a su padre! Eres la única que me puede ayudar. Tu marido sabe…
-        Mikey es un buen hombre Frank, tan sólo es incomprendido por todos

Frank quería decirle a Alicia, que sabía que su marido de buen hombre no tenía nada y ni ella misma se creía esa cháchara que acababa de decir. Mikey estaba loco, completamente loco. Siempre lo estuvo. Gerard tenía que sacarlo de las giras cada temporada por qué no tomaba sus pastillas, era bipolar, el lo sabía, pero no le interesaba controlarlo. O quizás no podía ya hacer nada por él. Por un momento volvió a su mente una serie de fotos que circularon en la prensa, allá por el 2013. Mikey había tenido uno de sus grandes bajones, y no tuvo mejor idea que revolcarse públicamente con una fan de la banda. Lo peor de todo fue que humilló públicamente a Alicia. La pelea fue terrible, pero esas fotos de su romance no eran las que Frank recordaba con temor. Eran aquellas que la prensa saco del cuerpo de la chica, mutilado, esparcido a una manzana de la casa de Mikey. La prensa especulo que la culpable había sido la misma Alicia en un ataque de celos, pero Alicia en ese momento había viajado a Hawai con unas amigas. Además según la prensa, Mikey fue la última vez en verla con vida. Luego aparecieron un grupo de fanáticas un poco trastornadas culpándose del asesinato. Luego pasaron los años y la gente se olvidó del tema. El también por supuesto. Había estado muy ocupado detrás de Gerard, cómo siempre. Disimuladamente miró su celular. No había ningún mensaje.

-        Alicia… - soltó de repente, necesitaba saber de Gerard, sentía que moría cada momento sin saber de él
-        Esto es difícil para mí - dijo Alicia rompiendo en llanto, Frank tomó su mano y la apretó
-        Tienes que ayudarme, por favor
-        Yo pensé que podía detenerlo, siempre pienso eso, yo ayudaré a Mikey, lo llevaré por el camino del bien... – dijo y comenzaron a caer lagrimas debajo de sus lentes
-        Tranquila, aun estamos a tiempo  – le dije acercándole una servilleta
-        Es mi culpa… yo… yo no debí permitirlo, cuando Jamia me contó lo que te hiso…
-        No te pedí que vengas para culparte, se que lo amas, no entiendo como pero…
-        Al principio pensé que era una tonta broma, pero…
-        ¿Broma? ¿Tienes idea de cómo me siento? ¿De cómo está Bandit?
-        Yo no puedo tenerla, ella estará bien con ustedes, Jamia la quiere... es una niña grande, ella...
-        ¡Perdió a sus padres porque tu marido los mato!
-        ¡No!  - gritó Alicia mirándolo por primera vez a los ojos en la tarde – él jamás haría una cosa así
-        ¡Mató a la fan esa! ¡A la Sarah! Joder, toda su vida odio a su hermano, a la loca de Lindsey, porque lo odiaba. Tienes que ayudarme, tu sabes donde esta él
-        ¡Basta! No son más que mentiras lo que dices
-        Necesito verlo, Bandit también… ¡lo merecemos!
-        Olvídense de Mikey, yo me encargaré de que mi bebé vuelva a ser un chico dulce y bueno – dijo Alicia con la voz gangosa
-        ¡ME REFIERO A GERARD! ¿Donde lo tiene?
-        ¡Gerard está muerto!
-        ¡No lo está,  Mikey lo tiene secuestrado! – dije tocando sus manos y presionándolas

Ella miro mis manos emitiendo unos gemidos de llanto. Las soltó, levanto su rostro y se saco los lentes. Pude ver un cardenal alrededor de su ojo derecho desfigurándoselo, el otro ojo estaba tan magullado que parecía el de Pedicone. Se quito la bufanda, recogió su cabello rápidamente y vi mas cardenales rodeándole el cuello. Me asusté.

-        ¿Qué te ha hecho?
-        Yo amo a mi esposo ¿entiendes? lo amo a pesar de todo sus defectos
-        ¿Defectos? ¡MIRA LO QUE TE HA ECHO! ¡MIRA LO QUE LE HA HECHO A SU PROPIO HERMANO! ¡A BANDIT! Dios mío a Lindsey ¡No era tu amiga!
-        Lindsey se suicidó – dijo llorando
-        Mikey la mató, ella no se suicido como dicen los diarios ¡la mato! vi la camiseta ensangrentada...
-        No, eso no es cierto
-        ¡Si lo es! ¡Tu marido es un asesino, un loco de mierda!
-        ¡El solo está equivocado! - grito apretando mis muñecas, lastimándome

Alicia comenzó a gritar y a darme de golpes en el cuerpo. Todas las personas que estaban en el café voltearon a vernos. Los mozos estaban paralizados, no sabían si acercarse o no, la escena era de película. Yo le solté la muñeca e intente callarla pero fue inútil, se me había pasado la mano diciéndole todo eso. Debí hablar con tacto, debí hacer tantas cosas, pero... ¡estaba tan desesperado! En su mente solo estaba Gerard. Gerard sangrando. Gerard sangrando dentro de un saco de papas. El sueño era tan real.
Tres sujetos vestidos completamente de negro entraron en el café en ese momento. Uno de ellos forcejeo con Alicia y comenzó  a arrastrarla a fuera del café. Cuando Frank quiso defenderla, los otros dos se lanzaron sobre él, poniéndole un par de esposas en las muñecas. Frank sabía que esos sujetos no eran policías, que era la misma seguridad de Mikey, quien ahora lo arrastraba hacia la puerta del local. Ya afuera, Alicia, lloraba sin cesar, como todas esas noches en las que su marido luego de acostarse con ella, se enfurecía y la golpeaba. Mikey salió de una camioneta negra estacionada en la puerta y le lanzo una bofetada a su esposa. Esta cayó al piso llorando, jalando del pantalón a Mikey, rogándole, Bebé deja así las cosas, que ellos se encarguen, regresemos a casa, seamos felices, por lo que más quieras, no hagas nada malo. Pero Mikey no la escuchaba. Estaba ciego, sumergido en sus propios pensamientos. Lo único que quería es irse de ahí con Frank. Que todo termine, todo. Absolutamente todo.
Alicia se aferró a la cintura de su esposo intentando vanamente retenerlo, pero este la empujo cayendo al suelo otra vez.

-        Llévensela a casa y que no salga de ahí – dijo Mikey a dos de los matones, dándole la espalda a su esposa

La indiferencia de su marido, hiso que Alicia sintiera nuevamente los golpes que este le había propinado. Llorando en silencio y sin decir más, subió al auto. Secó sus lágrimas mirando por la ventana del auto cuando arrancó. Esas serian las últimas lágrimas, que ella derramaría por su esposo.

Frank por su parte, seguía forcejeando con el otro sujeto quien había abierto la puerta trasera de la camioneta de Frank eh intentaba meterlo a la fuerza. Como este se resistía, Mikey se acercó y le lanzó una bofetada que le reventó el labio. Fue así que al fin ingreso al auto, cayendo de mala manera entre el asiento, el suelo de la camioneta y Bandit.
La niña había permanecido en casa de Jamia desde que su madre había muerto. Su abuela materna había muerto, sus abuelos paternos habían desaparecido, su tío no quería saber de ella y Cherry no quería separarse de Bandit. Así que Jamia la acogió en su casa hasta esa tarde, en la que Alicia le contesto el teléfono a Frank, prometiéndole que lo ayudaría a encontrar a Gerard. Y Frank, quien no había podido sacarla una palabra a Bandit sobre su padre, puesto que seguía sin dirigirle la palabra a nadie excepto a Cherry. Se llevó a la niña a escondidas de su ex mujer, pensando que podría ablandar el corazón de Alicia al verla y así al fin poder llegar a Gerard.

-        ¡Porque mierda la has traído! - le grito Mikey a Frank golpeándolo dentro del auto
-        ¡Suéltame! ¡Qué le has hecho a Gerard! - dijo Frank intentando esquivar torpemente los golpes furiosos que le lanzaba Mikey

Bandit subió las piernas sobre el asiento de la camioneta y los abrazos. Mikey se acercó a su sobrina y le acarició el cabello, regalando a la niña una de esas muecas torcidas que fingían ser una sonrisa. Le preguntó que hacía en el auto de Frank. Pero Bandit no lo miraba, no le hablaba. Fingía no sentir los dedos de su tío sobre su mejilla.

-        ¡No quieres hablar conmigo! Bien majadera, entonces vienes con nosotros – dijo sonriéndole - Tú - le dijo Mikey al resguardo que permanecía a su lado – puedes irte, yo me encargo
-        ¿Está seguro señor?
-        Muy seguro – dijo sonriendo.

Frank se levantó torpemente y empujo a Mikey intentando salir del auto, pero este sacó del cinto del pantalón un arma, con el que le apuntó en la sien y ordeno que no se mueva o le volaría los sesos. Frank se pegó al asiento apretando la mano de Bandit quien seguía inmóvil. Los labios de Bandit comenzaron a abrirse poco a poco, como si intentara decir algo, pero no le salió palabra alguna. Vio una vez más a Frank desmayado a sus pies y apretó sus brazos, mientras sus recuerdos se abrían mostrándole lo vivido hace más de un año atrás.

Cuando Frank despertó, lo primero que sintió fueron las manos de Mikey arrastrarlo de la camioneta hacia el asfalto, levantándole la camiseta, raspándole el cuerpo. La cabeza le dolía inmensamente por los golpes recibidos con la culata del arma y tenia las muñecas raspadas, la piel se le estaba despellejando por la presión de las esposas.
Mikey al verlo despierto, le soltó la camiseta y comenzó a jalar sus cabellos, tirando fuertemente, haciendo que el dolor de  Frank se prolongue, mientras este soltaba estrepitosas risotadas.

-        Por favor, para esto… - suplico Frank
-        ¡No señor! ¡Tú lo empezaste! ¡Tú lo arreglas! – dijo Mikey pateando en el suelo a Frank quien se retorcía de dolor

Cuando vio inmovilizado por el dolor a Frank, Mikey se acercó a la camioneta, donde su sobrina seguía en estado de shock sin emitir palabra alguna. Se acercó para acariciar su rostro, pero esta retrocedió bruscamente y miró con desprecio a su tio.

-        ¡Majadera!  No te muevas de ahí ¡Oíste!

Bandit asintió sin mirar a su tío y se tapó los oídos.
¿Donde había escuchado eso? se preguntó y la imagen de su padre vino a su rostro. Sus ojos verdes, grandes, enfurecidos.
Papá, no me dejes aquí.
Cállate y no salgas ¿Ok?
Pero papá, por favor... ¡No me dejes!
Pero su padre no la escuchó. ¡No la escuchó! ¡Nunca la escuchaba! Bandit apretó los ojos y se puso a llorar.

La espalda de Frank estaba casi al rojo vivo. Mikey lo había llevado a la propia casa de este a las afueras de la ciudad y al llegar a la cocina, luego de arrastrarlo por todo el camino, lo había lanzado con tal fuerza contra la pequeña mesa de cocina, que Frank jamás imagino que Mikey pudiera tener tal fuerza.

-   ¿Quién anda ahí?

El sonido estruendoso de su cuerpo reventando la madera,  junto a los gritos histéricos de Frank, hicieron que la enfermera que cuidaba a Michael Pedicone y este, se acercarán a la cocina. Mikey, quien no iba a permitir interrupción alguna se acercó a la mujer y le regalo una mueca torcida en el rostro.

-   ¡Señor Iero! – gritó la enfermera acercándose a su jefe quien sangraba por la boca - Pero... ¿Quién es Usted? – dijo mirando a Mikey -  voy a llamar a la policía
-   ¡Oh no señora! ¡A mí nadie me interrumpe el juego!

Mikey amplió la mueca torcida en el rostro y  apunto el arma que tenía en las manos en dirección de la enfermera. La mujer profirió un gritó y corrió intentando escapar, pero la desesperación la hizo chocar con la silla de ruedas de Pedicone y cayó al piso, mientras Mikey seguía riéndose. La mujer se levantó torpemente e intentó huir.  Pero Mikey fue más rápido y le disparó en la nuca, donde la enfermera se desplomó y murió.
Frank se levantó del piso con dificultad e intentó escapar, pero Mikey ya lo había visto levantarse, así que lo empujo sobre el cadáver de la enfermera y volvió a lanzarle un culatazo en la cabeza, inmovilizando otra vez.
Michael Pedicone desde su silla de ruedas miraba toda la escena, su único ojo bueno se movió en dirección del arma de Mikey, su enfermera y Frank. Luego de eso, lo dejo quieto sobre el suelo.
La cabeza de Frank daba tantas vueltas que creyó que pronto se desmayaría y si es que Mikey no lo mataba ahí mismo. Pero lo que hiso, fue seguir arrastrándolo por la casa, hasta llegar a la sala, donde lo tiro sobre el mueble, poniendo este las rodillas sobre los muslos de Frank, apretándolos.

-   Aquí estamos al fin, pedazo de mierda, ahora dime ¿Qué creíste que hacías golpeándome en la cabeza? ¡Ah! ¡Contéstame!
-   ¿De qué...? ¿de qué hablas? por favor... ¡déjame ir!
-   Oh no, tu y yo estuvimos juntos ¡Hicimos el amor! ¡ME DIJISTE QUE ME AMABAS!
-   ¡No!  ¡Tú me engañaste! ¡Me hiciste creer que eras Gerard!
-   ¿Y sigues con eso? ¿Sigues con el jodido Gerard? ¡Es que no entiendes que está muerto! – dijo Mikey apretando las muñecas de Frank que estaban peladas cada vez más por las esposas

Frank comenzó a chillar de dolor. Mikey soltó sus muñecas y se bajo de encima de él y lo miró. Su boca botaba sangre por el labio reventado, sus muñecas lo hacían por la presión de las esposas, su nuca y parte del cuello tenía cardenales gigantes debido a los golpes con la culata del arma. Palpo sus bolsillos y saco una pequeña llavecita y le saco las esposas. Frank siguió llorando, le dolía el cuerpo, pero más el alma al saber que moriría sin ver a Gerard.

-   No vuelvas a mencionar a Gerard ¡El está muerto!
-   ¡No!  - le gritó Frank –  ¡tú lo tienes secuestrado!
-   ¡GERARD HIZO PUM - PUM!
-   ¡Mientes! ¡Yo lo vi!
-   ¡Cierra el pico! – gritó Mikey apuntándole con el arma en la cabeza

Frank se quedó inmóvil mirando al piso. El arma poco a poco retrocedió de su cabeza y sintió que esta temblaba. Un sonido gangoso vino del interior de Mikey, haciendo que Frank levante la cabeza a verlo. Sus ojos brillaban. Se estaban aguando.
Mikey lo miró con los ojos escociéndole y lanzó una risotada con el arma en la mano. Un disparó se escapó hacía el techo, haciendo que Mikey volviera a reír estruendosamente.

-   He hecho tanto por ti, tanto y tu… ¡Solo tenias ojos para ese maldito!
-   Yo no sabía lo que sentías, Mikey entiende que...
-   ¡Cállate! ahora me vas a escuchar... ese fan... ese estúpido fan, oh todos los fans son tan estúpidos, tan descontrolados… Sólo quería que te olvidaras del asunto. El imbécil estaba loco, esos obsesionados con que mi hermano te monte, y bueno... le pregunte quien era y ¿adivina que me dijo? ¡Soy el encapuchado!
-   ¡Tú eres el encapuchado!

El arma volvió a dispararse, pero esta vez gracias a las manos de Mikey. La bala paso a lado del hombro de Frank, quien lanzó un alarido y se tapo la cabeza con las manos.

-   ¡No me interrumpas! – le grito -  le dije al imbécil que seguro tú habías disfrutado lo que supuestamente el te había hecho, dado que Gerard siempre te hacia sufrir, cosa que no está lejos de la realidad porque a Gerard toda la vida le has importado una mierda
-   ¡No es cierto! ¡Gerard me ama!
-   Si claro, te ama. En fin, el muchacho aceptó la culpa y parece que no pudo con ella que se mató, pero tu... ¡terco! ¡Seguías buscando a Gerard! ¿No?
-   Mikey por favor, déjalo ir, yo... haré lo que me pidas
-   Harás lo que yo te pida si o si ¡Ahora eres mío!  ¡Me perteneces! ¡Todos estos años escondiéndome detrás de este estúpido bajo al que el maldito Gerard me esclavizo! Amándote en silencio, mientras tú no tenías más ojos que con él. Yo te eh amado  siempre, y te eh amado de verdad, de corazón, con amor, no cómo el... ¡Que se caso! ¡Te dejo! ¡Te hizo mierda!
-   ¡Eso no es cierto! Gerard me ama – dijo Frank tapándose los oídos
-   ¡Él nunca te amo! En cambio yo te ame desde el día que te conocí, te ame tanto y te odie tanto cuando te fijaste en Gerard. ¡Te odie tanto esa noche en la que te emborrachaste por primera vez en mi casa! Te iba a decir que te quedes conmigo... pero tú estabas encima de mi hermano, lo comías con la mirada y él lo sabía. Oh sí, claro que sabía, por eso te llevo a su habitación, te folló y te botó como basura a la mañana siguiente
-   No, no fue así, el tenía que trabajar...
-   Tenía que trabajar, si claro... ¡Tenía que ver a su novia! que es muy distinto. ¡Siempre te trato mal! ¡Siempre! Tú eras el que usaba cuando sus novias o su mujer tenían la regla, el que usaba cuando no podía tirarse a una fan, el que le curaba la calentura del tour
-   No es cierto, ¡Gerard me amaba! ¡Se mudo conmigo!
-   ¿Ah sí? ¿Y por qué se fue?
-   Lindsey…
-   Si claro, Lindsey ¿Estás seguro que es Lindsey por quien te dejó?

Frank lo miró a los ojos, e hizo un ademan de querer levantarse del mueble, pero no pudo. Sentía que el mundo empezaba a caerse alrededor suyo.
¿De qué hablaba Mikey? Su cabeza dio más vueltas. Gerard le había dicho que Lindsey lo estaba presionando con el nuevo bebé, que tenía que volver con ella. No había una tercera persona. Mikey estaba inventando eso.

-   ¿Aun te duele lo que te hizo? - preguntó Mikey - ya olvídate Frank, olvídate del jodido Gerard y concéntrate en mi, en el amor que tengo para ti
-   Mikey , por favor, tienes que parar con esto, piensa en tu esposa
-   ¿Alicia? Esa idiota... la sobreviviente - dijo Mikey apuntando nuevamente el arma en la sien de Frank
-   No lo hagas por favor
-   ¿No? Es lo justo, tu quisiste encerrarme, casi me meten preso ¡Y todo por que el niñito fue diciendo que yo lo quería secuestrar!
-   ¿Y qué es lo que haces ahora? ¡Me has secuestrado!
-   No me cambies el tema ¡Ese policía estaba atrás mío por tu culpa! Pero bueno, el hijo de puta hizo ¡Pum, Pum!
-   ¿Qué le hiciste? Dios Mikey...
-   Y eso que importa, lo único que importa es que todo lo hice por ti, para estar contigo, y la única manera de que estemos juntos por siempre, es la muerte - dijo Mikey acercando el arma al oído de Frank
-   Mikey te lo ruego, por favor no me mates
-   Te amo - le dijo Mikey sosteniendo con ambas manos el rostro de Frank sin soltar el arma

Sus labios se posaron sobre los de Frank, besándolos como nunca antes imagino hacerlo. Primero presionándolos con fuerza y luego tan delicadamente que sus labios parecían un par de algodones. El beso se prolongó hasta que el cuello de Mikey comenzó a sangrar a borbotones sobre Frank. La presión de las manos en su rostro cedió y la fuerza de sus besos se apagó. Los ojos de Mikey abiertos como platos miraron por última vez a Frank, apagándose por completo.

Un cuerpo vestido completamente de negro con un cuchillo lleno de sangre en la mano, apareció detrás del cuerpo que yacía muerto con la garganta abierta. Con una sonrisa, pateo el cadáver  y se acercó a Frank quien temblaba, manchado con la sangre de Mikey.

-        Debí matarlo hace mucho tiempo - dijo el encapuchado

Frank escuchó su voz, miro los ojos verdes del hombre que lo había violado, golpeado e intentado matar tantas veces, el sujeto que había destruido por completo, y sintió que se deshacía de unos tapones en los oídos, de un antifaz que no lo había dejado ver la realidad desde el primer día que lo tuvo al frente con esa capucha puesta.

¾    ¿Gerard?
¾    Hola mi amor - le dijo quitándose la capucha - ¿Me extrañaste? - preguntó con una sonrisa torcida en los labios.

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¡No falta nadita para el final!
Sí, al fin termina u_u
Bien amores, no olviden dejar un comentario desesperado, mil besos a todas, gracias por leer mis novelas, las quiero un montón!
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